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Vie, Abr

Cómo #NiUnaMenos puede sostener el combate contra la violencia de género

Nelson Peñaherrera
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ERP. Nelson Peñaherrera Castillo. Este sábado 12 se vuelve a convocar la movilización Ni Una Menos para señalar los casos de violencia de género, modalidad violencia hacia niñas y mujeres, con la finalidad de que la población peruana, especialmente los varones, entienda que el maltrato psicológico, físico, económico y sexual no son formas de relacionarse, ni de construir familias, ni de interpretar los roles en la sociedad.

Al menos en el departamento de Piura, las dos impresiones que tengo respecto a la campaña es que tras la convocatoria del año pasado, los colectivos involucrados y las personas que nos sumamos de diferentes maneras no hemos dado continuidad al proceso. De hecho, existe la sensación que tras la demostración de hace un año, los casos de violencia contra niñas y mujeres se dispararon mas bien, lo que está alimentando la crítica en cierto sector de que no se consiguió el resultado esperado.

Lo segundo que me viene a la cabeza son los casos que hemos cubierto o seguido en nuestro entorno, siendo el más fresco el de la agresión física que habría propinado el animador de Los Caribeños de Guadalupe a su pareja, pero que para un fiscal (¿miope?) solo eran lesiones leves. Me asustó mucho la referencia que hubo en varias notas al respecto sobre la conducta del presunto agresor una vez que se le liberó de la detención preventiva; ahora no sabemos nada de su paradero ni de la situación de su pareja.

Y como si fuera poco ayer nosllegó la noticia de un mototaxista con evidente trastorno psicopático que no tuvo idea más execrable que acuchillar a su conviviente por el simple hecho de que, como varón, jamás fue educado en algo llamado resiliencia.

Pero también me viene a la cabeza el caso de las dos adolescentes de 13 años quienes estaban en cuidados en el Hospital MINSA de Sullana, embarazadas. Por lo menos en uno de ellos, la investigación fiscal presume violación. Tampoco me olvido de los casos de varones, quienes aprovechando el hacinamiento de los refugios para damnificados, idearon esquemas de acoso sexual.

Mientras tanto, la Policía Nacional sigue reportándonos a varones omisos a pasar pensión por alimentos, agresores psicológicos y físicos, y violadores.

En efecto, la marcha parece no haber resuelto la situación, y los colectivos convocantes al igual que las personas que nos involucramos no hemos dado continuidad porque de pronto nos hemos visto seducidos por la coyuntura, o como en algunas agrupaciones de jóvenes, se han metido a defender hasta los derechos de las ardillas del parque no tanto por convicción sino por la selfie, y quien sabe qué futuros intereses que les enroncha aceptar.

El caso es que las mujeres no son violentadas una vez al año, y tampoco pueden esperar 365 días después a que nos acordemos de sus problemas. Buena parte ya ni siquiera nos acompaña en este plano. ¿Estamos conscientes que, en cierto modo, cargamos en nuestra conciencia con esas muertes?

Por otro lado, quedarse callado y quieto tampoco es la solución.

La marcha no resolverá el problema de la violencia contra niñas y mujeres -de hecho-, pero sí puede sentar el inicio de una segunda oportunidad para establecer una agenda en tres aspectos transversales: educación, salud y justicia.

A nivel educativo, es necesario que nos dejemos de tanto miedo, recelo y prejuicio sobre las formas en que actuamos, creemos o vivimos, y sentemos como mensaje de fondo que no existe violencia grande ni chica sino que la violencia siempre es negativa, y siempre es la opción prohibida para resolver nuestros conflictos y diferencias. Asimismo, y aunque también se enronchen quienes dicen no apoyar la llamada ideología de género (que, me convencí, es una campaña lanzada para lograr inmunidad e impunidad ante los casos de abuso, estén o no judicializados, y que me ha producido grandes decepciones con personas que consideraba con algún sentido analítico), ni hombres ni mujeres tienen privilegios, ni ellas son propiedad de ellos: debe construirse un esquema de compañerismo, colaboración, afecto y respeto en el que ellos y ellas sientan que pueden desarrollar sus talentos y realizarse como personas.

Quiero recordar aquí, la recomendación que hizo la campaña Un Billón de Pie el año pasado: por cada chica dispuesta a vivir libre de violencia y con igualdad de condiciones, debemos conseguir que un chico también se compre ese tema; de lo contrario, seguiremos con muchas mujeres que se saben la teoría sobre sus derechos pero que en la práctica se ahogan avasalladas por nosotros los varones. Ver más: http://unbillonpiura.blogspot.pe/2016/02/informe-final-2015.html

A nivel de salud ya existe un registro de víctimas de violencia de género, al que debe seguírsele manteniendo; pero también implementar las recomendaciones del ente rector nacional sobre la necesidad de dar calidad y calidez de atención a las mujeres, en especial las que asisten a los servicios de salud sexual y reproductiva; asimismo, darle énfasis a los programas de salud mental preventiva y asistencial (pero con otros psiquiatras, porque alguno que conozco es en rrealidad una bomba de tiempo, especialmente cuando se trata de defender al Frente Amplio, o lo que queda de él).

A nivel de justicia, debe seguirse incidiendo en que los operadores deben estar prestos a tomar e investigar las denuncias de agresión sin hacer comentarios a pie de página (como esos del tipo "¿qué habrás estado haciendo que te pegó?"), a buscar las formas de no revictimizar a quienes ya sufrieron, a no dilatar los procesos de quienes ya denunciaron, a cortar el círculo de la violencia desde el primer saque, no importa quién tenga que caer. Me consta que la Policía Nacional, por ejemplo, está haciendo esfuerzos al respecto, y que el Centro de Emergencia Mujer trabaja cual hormiga (una felicitación en voz alta a Mary Sosa en Sullana) por mejorar la situación. Sigan en el esfuerzo, y si les faltan manos, no tengan miedo en pedir ayuda que para éso estamos quienes hemos renunciado a vivir con violencia.

Eso me lleva a los medios de comunicación, a nosotros quienes producimos contenidos y los difundimos: cuidar mucho los mensajes que estamos poniendo a disposición del gran público (muy a mi pesar, deben censurarse varias cumbias y varios reggaetones), a no explotar el morbo en los casos de violencia (preguntas estúpidas del tipo "¿y por qué la mató?"), y a orientar a las víctimas para que sepan dónde encontrar ayuda o con quiénes pueden hablar. Además, a no confundir libertad de expresión con carta blanca para agredir de palabra.

Es cierto que la marcha no resolverá la violencia, pero también es cierto que no marchar tampoco la resolverá; entonces, está bien manifestarnos, pero ahí mismito, comenzar a tener un plan de acción con indicadores realistas y medibles que nos permitan marchar de nuevo en 2018 y decir sin temor a cuestionamiento: "violencia de género, te estamos derrotando".

(Opina al autor. Síguelo en Twitter como @NelsonSullana).

Fotos: Internet Medios.

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