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Vie, Abr

Tres posiciones ante el origen de un mal

Nelson Peñaherrera
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Por: Nelson Peñaherrera Castillo. Los nuevos casos de violencia de género que estamos conociendo, sea por denuncia directa o porque saltaron a los medios debido a la brutalidad con que fueron perpetrados, parecen estarnos colocando en una posición definida en la orilla de las consecuencias -condena, indiferencia, apoyo (velado, pero apoyo al fin y al cabo)-, y parecen estarnos distrayendo de explorar las causas. Y la pregunta es: ¿sea cual fuere tu posición ante las consecuencias, lo mismo aplica a las causas?

En mi posición, todo acto de violencia de género es siempre una agresión. Jurídicamente puede ser falta si acaso haya sido leve, o delito si se configura como crimen; pero, navegando en los terrenos del Derecho y la Lógica, una premisa en la que tenemos que pararnos es que sea falta o sea delito, hubo algo que la gatilló inmediatamente, y a su vez éso fue gatillado por otra causa, y ésta por otra causa, y así hasta llegar a una causa primigenia, la madre de todas las agresiones, la raíz del problema.

Y ya que ponemos las cosas en modo planta, lo que usualmente condenamos son las hojas secas, los frutos podridos, las flores estériles, la plaga invasora; mas, ¿alguien se ha preguntado si el problema es la raíz mas bien?

Quemar viva a una persona, insultarla por redes sociales, golpearla con lo que se te ponga en el camino, dejar de pagar la pensión de alimentos, tener cualquier actividad sexual contra su voluntad, traficar con la necesidad de esa persona. Todas son consecuencias (insisto, condenables a mi juicio).

Y... educar en la supremacía de un sexo sobre el otro o de un rol de género sobre el otro, o crear o difundir o lucrar manifestaciones artísticas que destaquen ésto bajo el pretexto de que es cultura, o lanzar campañas que promueven la discriminación bajo el cuestionable manto de una libertad religiosa que mas bien se ha usado para el libertinaje delictivo... ¿qué posición merecen de nuestra parte?

Tus opciones siempre serán tres: condena, indiferencia o apoyo. No soy referente moral para juzgar por qué optarías por una de las tres, pero sí te invitaría a que pienses en tus momentos de soledad qué te lleva a asumir tal o cual posición.

Si lo haces por no recibir una condena social, tarde o temprano tu subconsciente (o el inconsciente) podría jugarte una mala pasada y ponerte al descubierto ante las miradas mejor entrenadas. O sea, es una salida con muchos riscos puntiagudos en los que, por más que evites caer, vas a caer en cualquier momento.

Si lo haces porque es la tendencia de opinión imperante, te sucederá lo que sucede con toda moda: más temprano que tarde tendrás que cambiar de parecer en la medida en que la tendencia tome otra dirección. Y, aunque puede que sea una defensa de tu comodidad, a la larga te generará tal incomodidad que te sumirá en una constante frustración, ya que a tu conciencia jamás podrás engañar.

Si lo haces porque realmente lo sientes, tienes que prepararte para también ser valiente al afrontar las consecuencias. Sí, toda acción tiene una reacción. Es ley universal. Y si eres muy inteligente, sabrás que mientras controles las causas, controlarás las consecuencias.

Esta tercera posición te pone en otras tres opciones: combatir, evadir o promover.

Recuerda que estamos hablando de que la consecuencia es cualquier acto de violencia de género, y que responde a una causa primigenia que podría estar a tu alcance o fuera de él, pero que exige de tu influencia para hacerse patente, quedar en tentativa o jamás suceder.

¿La combatirás, la evadirás o la promoverás?

Menudo reto en el que te has metido. Gran responsabilidad que tendrás que asumir ante lo que depare en el futuro: logro, más de lo mismo, o castigo.

Mientras tanto, el tema legal sigue evolucionando a pesar de los múltiples intentos por cortarle el paso, y presumo que seguiremos viendo más agresores desfilar derechito a prisión.

Y en ese sentido, me pregunto: si en este país el terrorismo así como su apología son legalmente punibles, ¿llegará el día en que la apología de la violencia de género, en todas sus formas, también sea legalmente punible como la violencia en tanto consecuencia?

No es una mala idea considerarlo, a mi juicio.

¿Qué opinas tú?

(Opina al autor. Síguelo en Twitter como @NelsonSullana)

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