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Mar, Abr

Sullana: “Estas clínicas parecen postas”

Nelson Peñaherrera
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ERP/Nelson Peñaherrera Castillo. Uno de mis amigos que trabajaba fuera de Piura tenía que someterse a unos exámenes médicos que le exigieron. Estaba unos días en Sullana, así que aprovechó en hacérselos acá con más tranquilidad. ¿Ir al hospital? Ni a palos, pensó; entonces optó por una clínica. Sacó su turno y se presentó a la consulta a las ocho de la mañana. Pasó una hora, pero pensó que era normal. Pasó otra hora y comenzó a incomodarse.

Cuando dieron las once, su paciencia se transformó en molestia. Se acercó a la secretaria y le preguntó a qué hora llegaba el médico porque estaba perdiendo toda su mañana. La empleada dijo que en media hora más. ¿Qué cosa? ¿No se supone que uno paga una clínica para ser atendido con más rapidez? Por cierto, ya había abonado los 90 soles de la consulta.

A las once y media, nada del médico. Que llegaba al mediodía.

Mi amigo perdió la poca paciencia que tenía en reserva y exigió la devolución del dinero porque no se le estaba prestando ningún servicio. La secretaria se negó a reponer la plata porque ya había pagado y tenía que anular el comprobante, y mire qué jarana es esa, señor. Mi amigo tuvo que decirle prácticamente ‘ladrona’ delante del resto de pacientes en espera para que la malhumorada chica le diera de mala gana el dinero. ¿el médico? Nunca apareció.

Fue a otra clínica donde sí lo atendieron rápido pero casi se cae patas arriba. Le mandaron batería de análisis; pero resulta que para conseguirlos, tenía que hacer algo así como un city-tour yendo a dos o tres laboratorios porque en uno no se cubría todo, y eso que faltaba la lectura de los resultados. Ah, y no estoy agregando todo el dineral que desembolsó.

“En Chimbote, todo se hace en la misma clínica, con el mismo médico, a menor precio, y con mejor trato”, comparó indignado (y no faltará algún sensible que diga “entonces vete a atenderte en Chimbote”).

Otrosí digo: notó que la mayor parte de pacientes en las dos clínicas de Sullana que él visitó son gente de la zona rural, quienes soportan la larga espera sin decir nada, sin reclamar, como asumiendo al médico cual Cristo en segunda venida. Sí, porque si de algo adolecen algunos profesionales de la salud es una soberbia grado 5, que no se cura ni con láser.

La pregunta que nos hicimos es: si pagando tus 90 soles te tratan peor que apestado, ¿cómo será la cosa en el sistema cubierto por el dinero de nuestros impuestos?

En su presentación ante el Congreso el viernes, el presidente del Consejo de Ministros, Fernando Zavala, habló del sistema peruano de Salud como un monstruo incapaz de moverse, que crecía mórbidamente gracias a un apetito voraz de dinero por el que, de ser posible, hasta se inventaban emergencias. Se le olvidó anotar un bajo o nulo carisma profesional, aunque sí lo dijo eufemísticamente: “se le da mas importancia a los papeles que a la atención de las personas”.

Claro que Zavala se refería al sistema público de Salud, no al privado, pero, aparentemente, en Sullana los vicios achacados a los espacios pagados con plata de nuestros impuestos se repiten en los que pagamos directamente con nuestros bolsillos, comenzando por lo que parece ser un perturbador trato discriminatorio a la gente del campo, y cobrándole 90 soles encima.

O como diría mi amigo, “esas clínicas parecen postas”.

La Superintendencia Nacional de Servicios de Salud, SuSalud, tiene aquí mucha madeja por rebanar.

(Opina al autor. Síguelo en Twitter como @nelsonsullana)

 

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