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Vie, Abr

Al rincón quita calzón

Miguel Arturo Seminario Ojeda
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miguel arturo seminario ojedaERP/M.Seminario. Si buscamos en el Diccionario de la Lengua Española la palabra calzón, la primera acepción es: Prenda de vestir con dos perneras, que cubre el cuerpo desde la cintura hasta una altura variable de los muslos, y en el virreinato era una prenda exclusivamente masculina, de donde la expresión, "calzarse una mujer los calzones", significa: Mandar o dominar en la casa, supeditando al marido. La frase popularizada por Ricardo Palma en una de sus tradiciones, "Al rincón quita calzón", aparece en el escenario donde los alumnos son los asistentes a una clase, no había mujeres, y entonces, el castigado, recibía la reprimenda con las palmetas, luego de bajarse el calzón.

A veces se usa coloquialmente esta frase para hacer bromas con las mujeres, pero como se ve, cuando se utilizaba hace varios siglos, las mujeres no iban a la escuela, eran tiempos donde el machismo imperante LAS proscribía de la educación, y se les socializaba solo para el aprendizaje doméstico, o se les educaba, pero sin enseñarles a leer y a escribir. En ese tiempo la mujer no podía ser lo que ahora se le permite, en este mundo donde la exclusión social ya es parte del pasado en un gran porcentaje.

Entonces, si las mujeres no iban a la escuela, quienes iban a estos lugares en Sullana a fines del siglo XVIII y en los siguientes? Hasta donde se tiene conocimiento, cuando el obispo Martínez Compañón fundaba pueblos, dejaba establecidas pequeñas escuelas parroquiales. La división de La Punta (era una parte del curato de Piura), funcionó como tal, y con párroco propio, hasta 1826 en que ya legalmente se convierte en curato, y tenía en funcionamiento la escuela parroquial, donde seguro el cura, o el teniente de cura, o el maestro si lo había, con toda seguridad castigaba a los niños advirtiéndoles con la frase "al rincón quita calzón". Lejos estábamos de las corrientes educativas, o de los postulados de José Antonio Encinas, que en el siglo XX decía, "La clase es un laboratorio, un museo, un taller, donde se experimenta, se observa, y se trabaja, ya no es el aula donde pontifica el maestro. Desaparece la tortura de las lecciones y de los
exámenes, puesto que no hay enseñanza clasificada, sinó utilizada. La mejor lección es un proyecto de trabajo, y el mejor examen, su ejecución".

Apenas se declaró la independencia, los gobernantes dispusieron el establecimiento de escuelas donde no las había desde 1822. Se tiene conocimiento documental, que una de esas escuelas funcionaba en Sullana en 1828, y en 1837, la Junta Local de Instrucción, presidida por el párroco, estaba preocupada por la educación de los niños. La escuela de Sullana en 1837, tenía 40 alumnos, a cargo del preceptor Juan José Masías, cuyo sueldo era costeado por los padres de familia y en parte con los impuestos municipales, que al suprimirse en 1843, hicieron entrar a la escuela en receso, hasta que el gobernador litoral de Piura, Juan José Arrieta se quejó ante el gobierno. Las escuelas se rabrieron y empezaron a funcionar. El 1851, la de Sullana estaba a cargo de Manuel Otoya y la de Querecotillo la regentaba Leonardo Gómez. Al parecer ya las niñas iban a la escuela, porque en 1863 se anunció que funcionarían en Sullana, escuelas por separado para
niños y para niñas, y desde el año siguiente se aumentó la paga a los preceptores.

En la enseñanza siguió funcionando lo de "al rincón quita calzón", hasta la primera mitad del siglo XX, ya los niños no se bajaban los calzones, pero la palmeta era el instrumento preferido de algunos docentes. En la segunda mitad, los cocachos y latigazos eran cosa del día, con la plena autorización de los padres de familia. Y ahora, que docente se treve a castigar así a sus alumnos. ya estamos en el siglo XXI donde a la famosa frase ya no tiene uso, sino para recordársele o para hacer bromas de doble sentido.

 

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