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Vie, Abr

Un proceso tan cotidiano como la vida misma

Nelson Peñaherrera
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ERP/Nelson Peñaherrera Castillo. No soy filólogo -ni siquiera aficionado-, menos etimólogo, pero acudiendo a las raíces de la palabra evaluación, el significado del que podemos partir para este análisis puede ser "dar valor desde fuera". Por supuesto habrá quien afirme que lo defino con cierta arbitrariedad y lo tomo a bien porque en cierto modo estoy consciente que ese criterio está impregnado en la selección de cada palabra; pero vayamos componente por componente.

Damos valor -valoramos- a todo lo que nos rodea podamos o no podamos verlo, le asignamos un grado específico que nos permita ubicarlo en una escala, desde la más simple como la dual (bueno/malo, agradable/desagradable, fácil, difícil) hasta la más compleja (¿qué tal la escala de Mercalli para estimar la intensidad de un sismo, por ejemplo?).

Y valorar desde fuera es un ejercicio continuo que permite ir a ese nivel más específico de escalamiento: si tengo cinco soles en el bolsillo, quiero escapar de Sullana a cualquier parte con zona rural, e Ignacio Escudero me cuesta diez, es obvio que no podré ir y venir por mi cuenta. Me tocará ver si voy a mendigar el pasaje de retorno una vez llegue a mi destino o si elijo una opción más cercana. ¿Quizás Salitral?

Nacemos evaluando, moriremos evaluando. Por lo menos para quienes somos conscientes de la relación causa-efecto, la evaluación es un proceso irrenunciable de nuestros días.

Evaluamos si nos levantamos a las seis o a las cinco. Evaluamos si la ropa disponible para hoy está limpia o es la adecuada. Evaluamos si tomamos el colectivo de don Luis o mejor el de don Juan. Evaluamos si usamos la computadora o mejor el lapicero. Evaluamos si almorzamos ensalada o sopa. Evaluamos si nos mantenemos con la misma marca de crema dental o probamos ésta otra. Evaluamos si nos ponemos este u otro pijama para dormir, o mejor ninguno.

Evaluamos, evaluamos, evaluamos.

El resultado natural de toda evaluación siempre será obtener algo y perder algo, o, visto de otro modo, apreciar algo y depreciar aquéllo otro. Si sabemos evaluar no terminaremos llevándolo todo (menos con la capacidad adquisitiva actual), o haciéndolo todo al mismo tiempo. Siempre elegiremos algo o alguien por encima de lo otro o del otro.

Claro está, habrá la posibilidad de tomar en el corto o largo plazo aquéllo que ahora no estamos tomando, o de jamás tomarlo.

Si queremos verlo todo en blanco y negro, otro criterio controvertido de evaluación, podríamos decir que siempre habrá ganadores y perdedores.
Si somos quienes nos sometemos a evaluación, también evaluaremos si desplegamos todos nuestros atributos para que no quede duda de cuán valiosos somos, o si esperaremos que alguien -quién sabe, en algún momento, a lo mejor- descubra nuestro encanto natural...
Evaluamos, evaluamos, evaluamos...

Nacemos evaluando, moriremos evaluando.

Si alguien nos priva de la posibilidad de dar valor desde fuera, algo muy raro podría estar pasando: ¿estamos en el dominio completo de nuestras capacidades? ¿nos han cortado la posibilidad de aplicarlas libremente? ¡Ay, Dios! ¡Hasta ese simple raziocinio es un tipo de evaluación!
Nacemos evaluando, moriremos evaluando.

Si la evaluación es connatural a la vida humana, mejor dicho a la vida misma (mi perro Rabito evalúa si su cama es cómoda antes de echarse y esperar a que lo cobijemos en este frío acentuado), ¿por qué de pronto crea resistencia en ciertas personas que deberían ser nuestra vanguardia en este tipo de disquisición?

Si yo le confío mi formación de conocimientos y actitudes a alguien, asumo que se debe a que le reconozco su autoridad en tal o cual materia -evaluación-, que sus métodos serán adecuados para que me inspire y desarrolle mis capacidades, competencias y destrezas -evaluación-; y del otro lado, esa persona determinará si superé mi estado actual, si aún me falta afianzar, o si no doy más -evaluación.

Nacemos evaluando, moriremos evaluando.

Dar valor desde fuera. Simple y complejo, cómodo e incómodo, útil y temido; pero más que necesario, innato. ¿Alguna duda aún?

(Opina al autor. Síguelo en Twitter como @NelsonSullana)

 

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