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Vie, Abr

El buey no es de donde nace, sino de donde pace

Nelson Peñaherrera
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Por: Nelson Peñaherrera Castillo. Cuando la gente (aparentemente) nacida en Piura dice que solo la gente (aparentemente) nacida en Piura tiene el derecho a trabajar por el desarrollo de ella, de inmediato se me viene a la cabeza la historia de un joven de 21 años, nacido en Bellavista, San Martín, quien tuvo que migrar a Piura para seguir estudios en la Escuela Normal, terminarlos, hacer sus prácticas profesionales en Sullana, sustentar su tesis y quedarse a trabajar mayormente por acá. Era la década de 1970.

A mediados de ese periodo, el Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social, el famoso Sinamos, lo seleccionó y asignó a una jefatura en Ayabaca. Su trabajo, según los cánones del gobierno militar imperante en ese entonces era contactar a las comunidades campesinas locales y gestionar con ellas diversas actividades de integración.

Me consta que hasta la actualidad, la mención de su nombre para la gente que lo conoció es la llave para que a uno le abran puertas, lo traten bien y hayan elogios de todo tipo.

Cuando este joven estaba en Ayabaca conoció a una jovencita nacida en el distrito pero no exactamente en la ciudad, sino mas bien en un centro poblado que ahora está casi a dos horas por carretera. En aquel entonces, eran casi doce horas a lomo de bestia.

Luego que ambos se enamoraran y tuvieran su primer hijo, e iniciaran una vida de familia que continúa hasta hoy, tuvieron que mudarse a Sullana debido a que el Ministerio de Agricultura había lanzado el Centro Nacional de Capacitación e Investigación para la Reforma Agraria, el Cencira. La oficina quedaba en la calle Grau a pocos pasos de la esquina con la transversal Callao, donde, si no me equivoco, hoy queda una tienda de fertilizantes.

Cuando el gobierno discontinuó esa dependencia, ese joven, ya sobre los treinta años, fue reasignado para el Centro de Servicios de Pedagogía Audiovisual para la Capacitación, el Cespac. Se trataba de un proyecto innovador para los inicios de la década de los 1980, pues se dedicaba a enseñar al campesinado mediante cursos en video, cuya introducción en el mercado local era poco menos que un lujo. Para los nostálgicos, en aquel entonces se usaba las cintas en formato Betamax. Por cierto, la sede quedaba en la avenida progreso en Castilla, en Campo Polo, donde ahora queda la Dirección Regional Agraria.

Cuando ese proyecto, financiado inicialmente por la Fundación Friedrich Ebert de Alemania, también murió (y todo su acervo terminó pasándose en los también desaparecidos programas de noticias agrarias de Panamericana TV y América TV, en señal nacional), el joven, ya en sus cuarentas, ingresó al mundo de las ONG para trabajhar en proyectos de salud orientados a madres gestantes, niños, luego comunidades saludables, y todo junto una vez que se firmó el Acuerdo de Paz con el ecuador hace veinte años atrás.

Dato curioso es que en 1988 había viajado a ese país para pasar un mes capacitándose en el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina, el Ciespal, en Quito, donde pudo compartir con gente venida desde tan al norte como México y el Caribe y tan al sur como la Argentina. Además de aprender nuevas estrategias pedagógicas para la capacitación de adultos, pudo conocer casi toda la Avenida de los Volcanes (entonces pacíficos), y llegó a pasar por Cotacachi, Imbabura, donde ahora sabemos que su familia parece haberse consolidado, aunque su abuelo migró de Cuenca, Azuay, hacia las selvas de Loreto cuando la fiebre del caucho finalizando el siglo XIX e iniciando el XX.

Tras el Acuerdo de Paz integró la delegación peruana por parte de las entidades de cooperación, que tenían que arrancar el ambicioso Plan Binacional, uno de los más exitosos y sostenibles a nivel mundial. Éso implicó tener reuniones indistintamente en territorio nacional y cruzando la frontera.

El hecho es que desde entonces su trabajo ha saltado entre las ONG que desarrollan proyectos comunitarios y las consultorías en proyectos de sanidad y gestión pública, y en todos sus puestos, lo único que dejó son buenas referencias. Eventualmente sus últimos empleadores no le han tratado muy bien que digamos en términos laborales, pero siempre le están llamando o consultando cuando se organizan equipos para postular a nuevos proyectos no solo en Piura, sino en Lambayeque, Cusco, Puno, o donde le necesiten.

Una larga migración de San Martín a Piura. Otra migración interesante desde la educación de aula hasta la gestión de proyectos de inversión pública. Eso sin contar la larga migración desde la máquina de escribir hasta el celular inteligente al que suele atormentar cuando necesita conocer un dato que antes solo podía esperarse en los libros o los diccionarios. 

Y me olvidaba de esa otra larga migración desde la pizarra y la tiza hasta los discos de video digital y los televisores flat 16:9, pasando por las cintas de video (de media y tres cuartos de pulgada) y los monitores que semejaban un cubo, en formato 4:3.

Y lo hizo, lo hace, y no dudo que seguirá haciéndolo bien, porque no se trata de dónde vengas, ni qué hagas, sino que quieras hacerlo bien donde te toca estar.

Por éso, cuando escucho que la gente nacida en Piura dice que solo la gente nacida en Piura tiene derecho a intervenir en el desarrollo de Piura, me río para no molestarme porque, en cierto modo, es una ofensa a mi papá.

Pero recuerdo ese viejo refrán español que alguna vez me lo dijo el hermano marista José Ticó Marqués (quien tuvo que emigrar de España a Perú), cuando una vez discutíamos si era limeño o era sullanero. Yo le decía lo primero porque éso dice mi partida de nacimiento y mi DNI; pero él me decía que no, que era lo segundo porque toda mi vida la hice acá. Y entonces lo dijo: "el buey no es de donde nace, sino de donde pace". entiendo que el refrán es español.

Juan Carlos, mi compañero que atestiguaba tal intercambio, se quedó con un gran signo de interrogación en la cabeza. Ticó, en su acumulada sabiduría, me apeló: "Entiendes, ¿verdad?"

Y claro que entendía. Y lo seguí entendiendo cuando también me tocó ser migrante y abrirme paso donde me tocó estar. Espero haberlo hecho bien.

(Opina al autor. Síguelo en Twitter como @NelsonSullana)

 

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