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Mié, Dic

Derecho a creer versus derecho a conocer

Nelson Peñaherrera
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ERP/N.Peñaherrera. Debido a unos artículos sobre salud sexual que son los más leídos en su género en el Regional de Piura, especialmente para un autor que nunca en su vida había escrito algo para ser publicado (Marco Paulini Espinoza), un docente de una escuela estatal primaria me preguntó si se podrían producir unas sesiones demostrativas para padres y madres de familia.

Se lo consulté al autor (a quien puedes ubicar en Twitter como @marcopaulini) y me dijo que no habría problema.

El docente fue a iniciar las gestiones y se lo propuso a la encargada del área, con tal de lanzar las invitaciones y prepararlo todo.

La respuesta que recibió lo dejó perplejo. La docente le objetó la actividad porque la Iglesia Católica le prohibe hablar sobre sexualidad en la escuela, a menos que se ajuste a la doctrina en la que ella cree.

Cuando me lo contó, lo primero que se me vino a la cabeza es que una escuela pública es pagada por el dinero de todos los contribuyentes de este país; por lo tanto, se sujeta a los principios consagrados en la Constitución.

Sin desconocer la libertad de culto que tenga la profesional, la Carta Magna es explícita al señalar que Perú es un estado laico, no sujeto a la influencia de religión alguna, aunque reconoce el aporte histórico que la Católica ha tenido en nuestra vida.

En ese sentido, independientemente de la creencia de la docente, la escuela tiene el deber de proporcionarle a sus padres y madres, información diversa pedagógicamente enfocada (es decir, que realmente aporte una enseñanza para la vida), y dejar que cada persona la utilice como mejor le parezca.

Poner cortapisas a la información que recibimos, dicho sea de paso, viola otro derecho constitucional nuestro, que además se defiende a toda costa en cualquier lugar del mundo: la libertad de buscar, recibir e intercambiar conocimiento.

Este pequeño incidente me lleva a pensar en cuántas cosas se están bloqueando al público en espacios relativamente pequeños, solo porque alguien usa la objeción de conciencia de manera incorrecta; esto es, no para protegerse porque se le vulnera un derecho, sino para vulnerar el derecho del resto.

Lo inteligente en ese caso hubiera sido autorizar la exposición y buscar una segunda opinión para que la gente contraste y saque sus conclusiones sin influencia de ningún tipo.

Si una posición es más sólida que la otra, ya es asunto de cada expositor.

El miedo a explorar más allá del conocimiento establecido es lo que está mermando la calidad educativa que tanto el Perú busca, y afecta notablemente el nivel de nuestros y nuestras estudiantes, pues les sume en el oscurantismo, abre paso al prejuicio, éste al estereotipo, y luego nos enfrentamos a realidades atroces, como las que descubrió Paulini en Cachiaco de Pacaipampa, que hemos reseñado en este portal (y que ha tenido repercusión en otros respetables medios de comunicación), así que no hablamos de cualquier cosa.

El derecho a creer es personal e inalienable, pero el derecho a conocer es universal y también inalienable. es obvio que el segundo siempre pesará más que el primero a la hora de valorar lo que la gente debe saber, especialmente en un establecimiento pagado con nuestro dinero.

Por cierto, se reciben invitaciones.

(Sigue al autor en Twitter como @nelsonsullana)

 

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