ERP/Miguel Arturo Seminario Ojeda. El 28 de julio de 1821, el Gral. José de San Martin proclamó la independencia nacional, condensando en una frase, la voluntad de los pueblos peruanos, que venían luchando por su libertad desde 1780, y que habían manifestado su desconformidad con el dominio español, protagonizando alzamientos contra el régimen hispano, desde 1532.
Cuando los hijos se emancipan de sus padres o de sus tutores, eso no significa que se pelean o rompen totalmente con ellos, en este sentido debe entenderse la emancipación, como un deseo de autonomía, como cuando los hijos ya están grandes y desean vivir con independencia, proceso que no significó una ruptura total con los lazos que nos mantienen unidos al proceso histórico cultural peruano español.
La independencia no fue concedida, el general San Martin, respetando la voluntad general de los peruanos, que se había manifestado en actos declarativos y ceremonias de proclamación, procedió a programarla en un acto solemne, que se repitió en varias plazas de Lima, el Perú era libre e independiente, por la voluntad general de sus pueblos, y porque un Dios justo, no admite oprimidos, esclavos y vasallos, por lo tanto estaba con la causa de los peruanos. Eso fue el 28 de julio de 1821, de modo que solo quedan menos de 6 años para la celebración de tan memorable fausto, y también para celebrar la proclamación de la independencia de Piura y de Sullana, como de Paita y Querecotillo, que tanto como otros pueblos de Piura, vivieron el mismo proceso, unos meses antes de la proclamación de la independencia nacional. Al respecto existe copiosa información manuscrita, impresa, y varias publicaciones que en los últimos tiempos permiten al pueblo piurano aproximarse hacia su pasado, y recoger el protagonismo de sus pretéritos en el proceso de la independencia.
Con este acto de ruptura política con respecto a la metrópoli, los peruanos de todo el país refrendaron en todo el naciente Estado, su adhesión a la causa que proclamaron, programando actos de jura solemne y Te Deum, en las iglesias parroquiales principales, de las ciudades, villas y pobladores donde se concentraba gran número de población. De esta manera, ese cambio de súbditos a ciudadanos, que comienza en 1812, con la promulgación de la constitución de Cádiz, se reitera en 1821, en actos equivalentes al inicio del fortalecimiento de la democracia, y construcción de la ciudadanía en el Perú.
Al año siguiente el general San Martín convocó al primer Congreso Constituyente, delegándose poder a los representantes, en una clara continuación de gobierno representativo, que se continuaría a lo largo de la vida democrática de los peruanos. La construcción de la democracia en el Perú ha seguido un largo camino de luces y sombras, pero el fin, en casi 200 años de protagonismo político, la democracia se ha fortalecido, con la práctica de valores que hacen posible que los peruanos vivan hoy con inclusión social, procurando y promoviendo la participación de la mayoría en la toma de decisiones.
En este camino de la democracia, aparecen hombres y mujeres, jóvenes y adultos, costeños, selváticos y serranos, católicos y no católicos, ciudadanos de derecha y de izquierda, que a partir de reflexiones continuas se han esforzado por construir una democracia que permita que las generaciones futuras, vivan sin los tropiezos que se experimentaron en otros tiempos.
A pocos años del Bicentenario de proclamación de la independencia en Piura, Sullana, Paita, Sechura, Querecotillo, La Huaca, Amotape, y en otras localidades, ya se justifica que las respectivas municipalidades vayan formando comisiones para la celebración de estos fastos, tal como lo amerita un acontecimiento como este. El tiempo corre “pasa volando”, y antes que menos se espere, ya estaremos en el 2021 con la celebración a las puertas.
Miguel Arturo Seminario Ojeda/Presidente Honorario de la Asociación Cultural Tallán
