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Vie, Abr

Las raíces piuranas de Ignacio Merino

Miguel Arturo Seminario Ojeda
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ERP/Miguel Arturo Seminario Ojeda. Ignacio Merino, el célebre pintor piurano cuyo Bicentenario de Nacimiento se aproxima, nació en Piura, el 30 de enero de 1817, su padre, don José Clemente Merino y Arrieta se desempeñaba ese año como subdelegado de Piura, y como lo hicimos conocer en el libro Piura y la Independencia, era un hombre que colaboraba con el aparato administrativo virreinal.

Entre otras preocupaciones, no eran ajenas las de carácter militar, con acciones que se esforzaban a mantener la fidelidad al Rey de España, en medio de abiertas manifestaciones de deseos de libertad, que se advertían entre los piuranos, que ya habían sido ganados por el espíritu de independencia que ardía en todo el territorio virreinal.

Testigo de la acción del subdelegado, fue el hecho de haber recibido en Paita y Piura, en enero de 1817 al Regimiento del "Infante don Carlos", que por dos meses permaneció en San Miguel de Piura, llamando la atención de los habitantes de la primera de las ciudades españolas fundadas en el Pacífico Sur.

El nombre de Ignacio Merino está asociado a Piura, como el de Miguel Grau, dos siglos después de su nacimiento, seguro que la Plazuela Ignacio Merino será testigo de grandes homenajes, que tuvieran mejor sentido, si los restos de nuestro destacado pintor estuvieran en su tierra natal, tierra también de sus mayores.

Sobre los ancestros piuranos de Ignacio Merino, nos dan cuenta Efio Garay Arellano, y otros genealogistas como Isabel Ramos Seminario, quienes oportunamente, y sin manifestarlo de manera específica, dieron rasgos de la familia del ilustre piurano.
Don Luis de Saavedra, maestre de campo, casó en Piura con doña Tomasa de Fuentes, fueron padres de doña Micaela de Saavedra y Fuentes, nacida en 1692. Micaela contrajo matrimonio en 1710 con Diego de Mesones y de la Portilla (nacido en 1689), hijo de Diego de Cueto y Mesones, y de María Antonia de Quevedo Hoyos de la Portilla y Santa Cruz.

Diego y Micaela fueron padres de Francisca de Mesones y de la Portilla Saavedra de Fuentes, casada con don Sebastián de Arrieta y Rivorrones, bisabuelos de Ignacio Merino. Fueron padres del pintor Merino, don Clemente Merino y Arrieta, y doña Micaela María Muñoz de Ostolaza Cañote y Ríos de Merino.

Los piuranos se aprestan a celebrar el bicentenario del nacimiento, que seguro adquirirá ribetes especiales, como lo fue el centenario, de acuerdo a lo que hemos leído en diarios y revistas de la época, se abundó en discursos, ceremonias protocolares, veladas literarias, y todo lo que significaba la arista organizacional de la pluricotidianidad de ese momento.

Merino no se olvidó nunca de Piura, también vivió en Paita, cuando después de la independencia, su padre regresó a Piura como funcionario de la aduana del puerto, así que es de suponer que la visión del desierto y del mar debieron impresionar al niño, que de adulto se convertiría en uno de los más destacados pintores del Perú.

Decimos que no se olvidó nunca, no solo por los cuadros de su autoría que existen en su ciudad natal, sino, por el legado que ha sido tantas veces detallado, con lo que favoreció a la ciudad de Piura, y es bueno que se resalte esto, viviendo lejos de su tierra natal, nunca dejó de pensar en ella, al punto de considerar un beneficio económico para querida Piura.

Además de la relación que publicó la Municipalidad de Lima, hemos tenido a la vista la transcripción de la Ley del 12 de octubre de 1891, referida a la reconstrucción de los daños en Paita, Piura y Catacaos, a consecuencia de las lluvias en el verano de ese año, programándose la reconstrucción del puente y la reparación de la iglesia matriz, dejándose constancia en el artículo octavo, que el legado de Merino para Piura, sería utilizado en parte para la reconstrucción.

Al año siguiente del centenario, en Piura se recibió la visita de Abraham Valdelomar, en 1918, como lo refiere J. E. Cheesman en su opúsculo sobre "Valdelomar en Piura", publicado por la UDEP en 1973. Se destaca en esta publicación, la emoción que sintió el poeta, al estar en la propia tierra de Merino, recorriendo las calles por las que había transitado el pintor.

Valdelomar había presenciado por primera vez los cuadros de Merino en 1909, en el Museo de la Municipalidad de Lima, visita que le generó un impacto especial, sobre todo al contemplar el cuadro "La venta de títulos". Posteriormente, Valdelomar dedicó unos versos a Merino en 1911.

Merino, murió en París, la Ciudad Luz, y sus restos hasta ahora descansan en el más antiguo cementerio de la capital de Francia, esperando que los piuranos seamos gratos como él, que nunca se olvidó de Piura. Estoy seguro, que si en el momento de su deceso se hubiese contado con las facilidades que hoy dispone el mundo, Merino habría pedido, que una vez muerto, trasladen sus despojos mortales para enterrarlos en Piura.

Miguel Arturo Seminario Ojeda/Presidente Honorario de la Asociación Cultural Tallán.

 

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