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Mar, Abr

Isabel Sócola, La Capullana de Salitral

Miguel Arturo Seminario Ojeda
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ERP/Miguel Arturo Seminario Ojeda. La mujer siempre ha estado presente en la historia de Piura, lo sabemos por las muchas fuentes que se han dejado sobre ellas, encomenderas, propietarias de tierras, y como orgullosas capullanas que se mantienen en la memoria colectiva, sin que en estos casos se tenga en cuenta las particularidades de su nombre, como debiera ser.

En alguna oportunidad hemos mencionado a Ana Sisnaqué, la capullana de Marcavelica en el Valle del Chira de quien desciende las familias Nole, La Rosa, Curay y Chorres, familias que hasta bien entrado el siglo XX, fueron propietarias de tierras alrededor del río Chira.

Sin embargo, no muy lejos de ese lugar, en Salitral, en la margen derecha del río Chira, otra Capullana, registrada en los empadronamientos del siglo XVI, fue la señora cuyos predios se extendían hasta Querecotillo, espacio en el que hasta hoy no registramos a ninguna capullana, como si las registramos en Lancones, Poechos y La Solana. Isabel Sócola, capullana de Sócola, Yllapa y Yutusina, esa reina tallán de Salitral, fue quien tenía el mando en el Medio Chira, hasta que por disposición toledana fue trasladada a Catacaos con su familia y clanes que conformaban sus predios, en la segunda mitad del siglo XVI.

Siempre me llamó la atención un lugar entre Marcavelica y Salitral, casi a la entrada a este pueblo, capital del distrito homónimo, un letrero anunciaba el ingreso al “Fundo Sócola”, y lo leía siempre que iba hasta Querecotillo, mientras contemplaba sin cansarme, las ubérrimas tierras del Valle del Chira.

Entonces, estaba lejos de imaginar, que posteriormente la Historia como ciencia me permitiría un viaje imaginario basado en documentos, sobre los antiguos propietarios de estas tierras, que pertenecieron a la familia cacical Sócola, extensión que seguramente se fue reduciendo por las nuevas leyes europeas que se aplicaron en el Perú a partir del siglo XVI, cuando ya se tuvo en cuenta la varonía solamente, y el mayorazgo se instaló como una institución en el Perú virreinal.

El traslado masivo de las poblaciones ribereñas del río Chira hasta Catacaos provocó una serie de disturbaciones poblacionales, y habrá generado un desencuentro emocional entre los trasladados, que de ser reyes y señores en su lugar original, pasaron a ser tributarios de un rey que no conocían, a vivir en espacios urbanos delimitados, mientras lo habían hecho ancestralmente a nivel rural.

Imaginamos el trastoque que vivió Isabel Sócola, la capullana de Salitral, cuyos restos deben ubicarse hasta hoy en la iglesia de Catacaos, donde seguramente fue enterrada, dada la categoría que tuvo, y que los españoles respetaron en parte, reconociéndole los derechos y prerrogativas correspondientes, como lo hicieron con otras reinas del mundo tallan, en Sechura, Colán, Marcavelica, y otros lugares del corregimiento de Piura.

A Isabel Sócola, la encontramos mencionada por Bartolomé Carreño, encomendero del Valle del Chira, quien también registra a las capullanas de Marcavelica, La Solana, Poechos y Lancones. Es probable, no nos consta aun documentalmente, que Isabel pudo haberse casado con el cacique de Narihualá, porque aparece registrada en este lugar, pero siempre conservando su rango de capullana.

La capullanía era una vieja institución tallán, entre los antiguos piuranos heredaba el hijo mayor, aunque fuese mujer, había necesidad de perpetuar el linaje, y así lo concibieron los tallanes, sin discriminar a las mujeres, era una vieja costumbre, como nos lo hicieron conocer estudiosos del pasado piurano, entre ellos Juan José Vega, Lorenzo Huertas Vallejos, Alex Diez Hurtado y María Rostworowsky.

Los historiadores Raúl Alcalá y Pavel Elías Lequernaqué, coinciden con Huertas al proporcionar importantes datos sobre curacas y capullanas en el Valle del Chira, y por ellos nos enteramos de la experiencia que tuvieron que enfrentar estos señores y señoras tallanes y adecuarse a las nuevas formas de vida, a partir del modelo español, que imponía poblaciones congregadas en espacios determinados, y no poblaciones desparramadas, como lo exigía el trabajo de campo.

En un juicio de 1612, ubicamos a doña Francisca Mesocoñera o Conapaynina, contra sus parientes usurpadores de un cacicazgo, conforme obra en un expediente que existe tanto en el Archivo Regional de Piura, como en el Archivo General de la Nación en Lima, y que tuve a mi vista hace 30 años, mientras registraba datos para la Historia Regional de Piura.

Junto con Isabel Sócola, fueron a parar a Catacaos por disposición del Virrey Francisco de Toledo y de Bernardino de Loayza, el cacique de Poechos y Lancones Juan Mecache. Sin embargo, así como se ha registrado la existencia de curacas de Lancones, también queda constancia de una capullana en la misma jurisdicción, doña Catalina Lacacha, cacica y segunda persona del repartimiento de La Solana, hija de don Francisco Lacacha, curaca del lugar, a quien había heredado por ser la hija mayor, ya que las capullanas gobernaban a falta de varón, sucediendo a sus padres en el cargo, es decir, que el linaje estaba por encima del género, como lo señalan Alex Diez Hurtado y Lorenzo Huertas Vallejos.

María Rostworowsky en su trabajo sobre curacas de la zona norte, menciona a Isabel Sócola como cacica de Narihualá, dando cuenta, que con esta capullana, había otras reducidas en Catacaos, como María Poncatil, Gracia Sánchez, Francisca Conapai o Conapaynina, también conocida como Francisca Mesocoñera, por el apellido de su progenitor.
Con ellas se citan en el documento, a las capullanas y mujeres principales Francisca Puchupac, Elvira Yuncatil, Doña Luisa, Doña Isabel capullana de Sechura, María Quepupac, Latacina de Colán, se reitera a Isabel Sócola cacica de Nariguala, que tal como lo reiteraron los testigos, representaban el ejercicio del poder entre los tallanes, ya que eran las herederas, sin discriminarlas por ser mujeres, y por ser una costumbre ancestral.

En salitral, distrito de Sullana debería haber un colegio, o una institución visible de cualquier naturaleza que lleve el nombre de su capullana, Isabel Sócola sigue viviendo a través de sus descendientes, que después de la independencia, y en el siglo XX regresaron a vivir a Salitral, espacio en el que hasta hoy los encontramos,.

En Salitral, una de sus últimas reinas, que genéticamente se debe parecer a su ilustre antepasada, es Ana Karina Mauricio Sócola, representante de la mujer tallán de nuestras tierras, cuyo rostro debe tomarse como modelo para un busto en honor a la antigua soberana de Salitral, cuyo nombre como el de las otras mencionadas líneas arriba, deben popularizarse y procurar que se queden para siempre en la memoria colectiva regional, porque capullanas hubo en toda la Piura prehispánica y parte de la Piura virreinal.

Ana Karina Mauricio Socola 2014

Ana Karina Mauricio Sócola

 

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