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Mar, Abr

Buche de pajarito, o buche de cóndor

Miguel Arturo Seminario Ojeda
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Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda. Cuando Maby Olaya descubrió de quien se trataba, casi le da un patatús, la aludida señora se promocionaba como resistente a cualquier tentación de la comida ajena, y Maby no le podía creer. Ella no estaba para otra cosa sino para ser sibarita, por lo menos es lo que decía, sin embargo, a Maby le escandalizó, que pese a que la señora siempre escondía comida en las fiestas, nunca engordaba, y hasta se promocionaba como una impecable respetuosa de las comidas de los otros.

Al parecer la susodicha había llegado tarde al reparto de consejos, y no escuchó, que cuando se va a una fiesta, se llega comiendo o a medio comer, para no dar espectáculos marabúnticos, porque cuando es bufete para servirse individualmente, se ve a personas como compitiendo para ganar una carrera de glotones.

Maby pensó internamente, ¿buche de pajarito? seguro, pero de pájaro de cóndor, recordando el documental que vio sobre la reina de las aves y de sus crías, que siendo pequeñas ingerían más comida que una soña y un chilalo de Piura; Maby sonrió internamente y se dijo, menos mal que este 17 de setiembre no haré nada en mi casa, este resfrío me impide celebrar mi cumpleaños, y verificar una vez más, que no tiene buche de pajarito, sino de cóndor bebé.

A Maby le aturdía el que la señora se promociona como dueña de un buche de pajarito recién nacido, cuando ella la veía comer como pavo en la segunda quincena de diciembre, que extraña realidad se decía, porque los pajaritos recién nacidos, y las “soñas quinceañeras”, con las justas abren el piquito, y ella estaba segura, que los polluelos de cóndor, cuando alcanzaban el tamaño del que tienen las gallinas, comían como el ave que lleva muy dentro de ella, la no incógnita señora.

condor Andes 1

Maby estaba segura que Luisa le había dicho que la señora siempre parecía esqueleto muerto de hambre desde que vino a vivir a Sullana, y que no sabía dónde se le iba la comida, ya que la había observado en unas maratones “pirañezcas”, y no pudiendo con su genio, en una reunión de disfraces en el colegio de su única hija, apareció disfrazada de piraña, parece que el subconsciente la ganaba, y de mil maneras buscaba la forma de ser ella, aunque quisiera aparentar lo contrario.

Pero más aturdidas quedaron las amigas de ese grupo, cuando la señora piraña anunció que iba a hacer dieta, y por supuesto que nadie le creyó, sobre todo cuando la veían rellenando carteras con los bocaditos que desesperados en la mesa, buscaban quien se los lleve a la boca, y la señora piraña no estaba dispuesta a hacer sufrir a esos dulces chiquitos que se deleitaban cuando alguien los ingería, y ella siempre les daba esa alegría. 

Carmen se imaginaba a los bocaditos ñatos de risa mientras la señora los masticaba, y esa alegría era hasta antes de seguir el largo viaje que no demoraba más de 12 horas en la barriga de cualquiera que los comiera, pero, qué hacer, si los dulcecitos pedían el viaje a gritos, querían recorrer un intestino, y la señora era bien dada al regodeo.

Hortensia dijo que le recordaba la expresión: ¡Pa mi gordo!, que una respetable señora pronunciaba cuando barría con todo lo que quedaba en las fiestas, y también se escandalizó, porque la marabunta nunca engordaba, y Luisa suponía que tomaba jarabes para no engordar, y hasta estuvo a punto de hacer negocio con la receta, si es que se la arrancaba en un día de comilona loca, pero así están las cosas, y lo último que se sabe, es que nadie la quiere invitar a sus comilonas.

 

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