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El Obispo Martínez Compañón y la fundación de Sullana

Miguel Arturo Seminario Ojeda
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fundacion sullanaERP/M.Seminario. El territorio de la actual provincia de Sullana, ha sido excepcionalmente privilegiado con el protagonismo de algunos sucesos de trascendencia nacional e internacional, como el de la fundación de San Miguel en Tangarará, la primera de las ciudades hispánicas en el Pacífico Sur, el 15 de agosto de 1532. Casi 250 años después, en la orilla opuesta del Chira, el obispo Martínez Compañón fundó lo que hoy es la ciudad de Sullana, con el nombre de El Príncipe, el 8 de julio de 1783.

martinez companonOtro de los sucesos que van en este sentido, es el de, el nombramiento del primer alcalde que tuvo el Perú, Blas de Atienza, y la primera Misa del Gallo, como nos lo hiciera notar don Pablo Cruz Arrunátegui, en una de las tantas conversaciones que hemos tenido sobre historia regional. Y así es, en Sullana, más allá del apasionamiento por la riqueza de su pasado, la ecuanimidad nos lleva a encontrar en el protagonismo de nuestros ancestros, hechos que nos vinculan al mundo prehispánico, y, al hispánico del siglo XVI.

Fue don Reynaldo Moya Espinosa, el historiador paiteño radicado en Sullana, quien por primera vez publicó una nota al respecto en el diario Correo de Piura, en 1982, al año siguiente, al cumplirse el Bicentenario de la Fundación de Sullana, dio mayores detalles sobre este hecho histórico, en un artículo completo,titulado, "Hace 200 años se fundó Sullana". Ese año, 1983, por una gran coincidencia, ubiqué en la Biblioteca Nacional de Lima, el expediente de la fundación de Tambogrande (San Gabriel), con amplia información sobre la fundación de pueblos en Piura, obra del obispo Martínez Compañón, desde entonces, se inició una tarea que hasta hoy no termina, de difusión y reconocimiento a este Obispo, a quien los sullaneros debemos grata memoria, por haber plantado la semilla de lo que hoy es la ciudad de Sullana.

En 1985 presidía el Instituto Provincial de Cultura la Sra. Ena Ognio de Silva, quien me invitó a dar una conferencia sobre el particular, y al año siguiente, siendo directora del mismo Instituto la Srta. Marcela Ruiz Carnero, pronuncié otra conferencia, se hizo una exposición en homenaje a Martínez Compañón, y se publicó mi primera edición de la Historia de Sullana, detallando una serie de sucesos relacionados con los años previos, y los siguientes a la fundación de Sullana. En ellos di a conocer, cómo desde las primeras décadas del siglo XX, el historiador Rubén Vargas Ugarte ya había publicado artículos sobre la fundación de pueblos en Piura, ocupándose también, de la fundación de un pueblo en La Punta, por obra de Martínez Compañón.

Hasta 1783 la población del Chira estaba dispersa, si bien en el siglo XVI se fundó San Miguel en Tangarará, esta ciudad fue trasladada en 1534 a Piura, hoy conocida como "Piura la Vieja", luego a Paita, y posteriormente al Chilcal, donde se encuentra hasta hoy. Por un expediente de queja de 1757 que se conserva en el Archivo General de la Nación, sabemos que ni Sullana ni Querecotillo existían ese año como centros poblados, ya que ni siquiera llegaban a 10, los ranchos de apariencia miserable que estaban levantados en esos espacios. Generó esta queja, la conducta abusiva del teniente de corregidor de La Punta y Querecotillo, espacios rurales, en los que un sacerdote coadjutor atendía los oficios espirituales de la feligresía desparramada en los campos.

Una serie de "reformas" casi seguidas, a continuación, fue providencial para elegir luego, en 1783, el espacio de La Punta para la fundación de un pueblo, en el que se congregaron 2213 personas, y al que el Obispo daría el nombre de EL PRINCIPE, como una estrategia para tener el consentimiento del monarca español Carlos III, porque Martínez Compañón no podía ir más allá de sus responsabilidades de carácter espiritual, ya que la solución a los problemas que él encaró, correspondía a las autoridades civiles y militares, en sumo.

El cura de Piura, don Luis Freyre de Orbegoso, se convirtió uno años después, en el apóstol de los piuranos de la zona rural de su curato, fue él quien hizo notar al Obispo sobre el desamparo de las gentes desparramadas en el campo, y de las privaciones a que estaban sometidos, el entusiasmo de Freyre de Orbegoso, era mayúsculo, sobre todo, porque estaba bien enterado de la labor que venía desarrollando el obispo, en los territorios que ya había visitado. Fue Freyre de Orbegoso, quien había enviado tenientes de cura, o sea vice párrocos, ubicándolos en lugares estratégicos, para atender las necesidades espirituales de los católicos, y, La Punta, fue uno de esos lugares elegidos, como lo fue también Tambogrande. Providencialmente, el corregidor había decidido, que la residencia del teniente de corregidor, también se ubicara en La Punta; y por una circunstancia especial, cuando Antonio de Areche hizo la reforma administrativa para un mejor control en la recaudación tributaria, decidió que la residencia del receptor subalterno, también estuviera en La Punta.

La población acudía al paraje de La Punta, por tres motivos, espirituales, de justicia y tributarios, en ese lugar se había levantado una capilla, generando una congregación dominical, circunstancia que fue aprovechada por Martínez Compañón, para elegir el lugar destinado a la hoy ciudad de Sullana. La receptoría de La Punta controlaba el movimiento económico y tributario de la margen izquierda del río Chira, y el de la margen derecha se controlaba desde Querecotillo; Areche ordenó el encabezonamiento, o sea el censo de agricultores, para determinar la tasa de pago correspondiente a los agricultores a partir de la extensión de tierras que poseían, convirtiéndose este documento, en un verdadero censo rural de todo Piura.

Martínez Compañón entró a Piura por la sierra, primero Huancabamba y luego Ayabaca. Después de visitar Chipillico fue a Suipirá, hoy Las Lomas, Pelingará, Somate y Huangalá, llegó a La Punta, pasó a Macacará, Nomara y El Arenal. En los lugares a su paso, los habitantes dispersos le solicitaban la ubicación de la población desparramada, en los lugares que por su ubicación, les traerían mejores beneficios. Al llegar a la ciudad de Piura, el cura vicario, Luis Freyre de Orbegoso se quejó oficialmente por los problemas que vivía su feligresía desparramada, y planteó la ubicación de los pueblos, en los lugares de residencia en los sitios contiguos a las 7 capillas que funcionaban como semi-parroquias, lo que facilitaría el orden y traería solución a los problemas de orden espiritual y temporal.

La respuesta del Obispo, quien ya había realizado fundaciones a lo largo de su visita (Celendín, Rioja, Santa Rosa, entre otras) no se hizo esperar, y contando al final, con la buena voluntad de los hacendados, dueños de los terrenos en los que se levantarían los pueblos, procedió a la fundación el 8 de julio, como se desprende del informé que envió al día siguiente, al corregidor de Piura, don Vicente Zavala.

El nombre de El Príncipe no prosperó, la población siguió llamando al pueblo, como La Punta, que era el del sitio sobre el que se fundó, y así se llamó hasta 1826, en que oficialmente se le da el nombre de Sullana, que era el nombre del valle, aguas arriba, encima de Poechos, tal como lo menciona el Inca Garcilaso de la Vega en sus "Comentarios Reales" publicados en 1609. Tampoco prosperó el nombre de San Gabriel que el Obispo dio a Tambogrande, sin embargo, estos dos lugares, son la evidencia de la clara visión del obispo sembrador de vida urbana en Piura, porque estos 2 pueblos, son parte de los 10 pueblos que fundó en Piura: Santo Domingo, San Fernando, San José, El Príncipe, La Luisiana, San Gabriel, San Antonio, San Salvador, Santa Teresa, y, El Infante.

 

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