ERP/M.Seminario. En 1814 funcionó en Sullana, de acuerdo a lo mandado en la Constitución de Cádiz de 1812, el primer cabildo constitucional, de cuyas actas se guarda un expediente en el Archivo Regional de Piura, era el primer asomo de la democracia en este espacio urbano, conocido entonces como La Punta. Comenzaba así el derrotero, en el que los sullaneros se esforzaban por el fortalecimiento de la democracia, y la construcción de la ciudadanía, cuyos mecanismos difieren de los que actualmente se experimentan, al momento de participar en la toma de decisiones.
Una de los primeros acuerdo de este cuerpo municipal, elegido con el procedimiento establecido en la Constitución gaditana, fue el de poner en funcionamiento un panteón, conforme se hacía ya en algunas ciudades peruanas, y de otras latitudes en los dominios hispanos. Es decir, esta medida sanitaria, tiene que ver con un instante de democracia, tomado por aquellos en quienes confiaba la ciudadanía, esto ocurrió el 9 de setiembre de 1814, es decir hace 200 años, por eso, en Sullana se formó una comisión de trabajo para conmemorar la creación del panteón, ahora Cementerio San José, integrada por miembros de la Sociedad de Beneficencia Pública de Sullana, el Museo de Sullana, la Asociación Cultural Tallán, y el Concejo Provincial.
El lugar elegido para el panteón, fue el frente que da a la mano derecha de la loma de Mambré, entonces un lugar ventilado, con aires que no se orientaban generalmente hacia el espacio que habitaban los sullaneros desde 1783, año de la fundación de Sullana. Y en esto, hay que destacar, que Mambré, terreno que posteriormente fue de la familia Bel, debe su nombre al lugar bíblico que se menciona reiteradamente en el Antiguo Testamento, lugar donde estaba la sepultura de Sara, la esposa de Abraham, que murió a los 127 años en la ciudad de Kiriat-Arbe (Hebrón), en Canaán. Abraham compró esas tierras a los hititas, utilizando las cuevas existentes como sepulturas. Abraham murió a los 175 años, y fue sepultado en el mismo lugar, en Mambré, sitio en el que posteriormente se enterró a algunos de sus descendientes.
No se si a este accidente geográfico, la Loma de Mambré se le empieza a llamar así desde entonces, pero lo cierto es que solo lo hemos visto registrado con ese nombre a partir del siglo XIX, que es el siglo de la creación del panteón, ese lugar de enterramientos lo menciona Raimondi, cuando en octubre de 1868 estuvo en Sullana, unos días antes que la villa se convirtiera en ciudad, anotando en su itinerario de viajes, al salir de Sullana rumbo a Huangalá: "... poco más allá, abajo y a la derecha, está el panteón. El camino tiene mucha arena. A la izquierda se ve un cerro".
La necesidad de contar con cementerios en los centros urbanos, es anterior a Cádiz, como se puede comprobar en El Mercurio Peruano, publicación que desde fines del siglo XVIII, presenta datos sobre lugares donde los muertos eran sepultados fuera de las iglesias, porque anteriormente se les enterraba dentro de ellas, ocupando lugares preferenciales, aquellos que tenían mayores recursos económicos. Es de suponer, que este cambio, asociado a la mentalidad de los tiempos, generó actitudes reacias entre algunos sullaneros, porque como se constata en varios documentos del Archivo Regional de Piura, y en el Archivo General de la Nación, algunos ciertos difuntos de familias pudientes, se siguieron enterrando en la iglesia, como sucedió también en Tambogrande y otros lugares de Piura y del Perú.
En Piura se había decidido la creación del panteón de esa ciudad, desde que llegó la copia del decreto dando plazo de un mes a las autoridades, como lo anota Luis Alberto Requena, en su interesante trabajo sobre El cementerio San Teodoro, publicado recientemente. Desde el 13 de julio de 1814, ya se había abierto el expediente para la construcción del panteón de Piura, lo que debió hacer frente a los problemas económicos que dilataron su funcionamiento.
El panteón de Sullana no tenía las características de un gran cementerio, empezó a funcionar como tal, sin un riguroso ordenamiento, colocándose cruces sobre el lugar de la sepultura, y peañas en algunos casos, estuvo lejos de parecerse al San Teodoro de Piura, era un panteón rústico si se puede decir, pero es el antecedente que se continúa con el cementerio San José, que el 9 de setiembre cumple 200 años.
Uno de los primeros mausoleos que se construye, de madera y yeso, en la segunda mitad del siglo XIX, fue el de la familia Nole, descendientes directos de las antiguas capullanas, que contaban con el poder adquisitivo para honrar a sus muertos con una construcción de esa naturaleza, pagando los derechos respectivos a la Junta Provincial que funcionaba en Paita, esta construcción y otras con iguales características, fueron sacrificadas, cuando tras las dramáticas lluvias de 1825, se determinó la construcción de cuarteles que reordenaran la manera de hacer los enterramientos, levantándose en algunos casos, sobre los lugares de enterramiento, que habían sido afectados por las lluvias de 1878, 1891, y las de 1925-26. No hay que olvidar que el cementerio está en los contornos de una quebrada, que en 1983, también afectó su estructura alarmando a quienes tenían a sus muertos sepultados en ese lugar.
El panteón en sus comienzos fue municipal, el control de los entierros constaba en papeles del archivo municipal, ahora desaparecidos, amontonados y revueltos en un lugar inadecuado, donde yace perdida y sin orden, la memoria documentada de Sullana, acervo que pude consultar entre los años 1984 y 1986, en épocas del gobierno de don Fernando Bel Hougthon. Desde fines del siglo XIX, y comienzos del siglo XX, la administración del cementerio corría a cargo de la Junta de Sanidad, y después de la Beneficencia que se instaló en Sullana el 31 de diciembre de 1923, año en que el diputado José Antonio Encinas, presenta el proyecto para que en todo el país, los cementerios queden sujetos a la administración de las sociedades de beneficencia.