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Vie, Nov

Julia Príncipe, Adrianzén y fallo del Tribunal Constitucional

Editorial
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ERP. La procuradora Julia Príncipe, fue destituida del cargo, dejando en evidencia al gobierno peruano que su prioridad es defender, contra toda lógica, a la primera dama Nadine Heredia Alarcón. Es un desatino más y el veredicto popular de inmediato se hizo presente para disentir de una medida desatinada en lo político y en lo administrativo.

Lo lamentable es haber pretendido manchar el honor de una abogada, que en todo momento exhibió su coraje y su valentía para luchar contra bandas organizadas. Gustavo Adrianzén, autor del cese de Príncipe, tuvo que renunciar al cargo, primero por el desatino de afectar a una funcionaria proba y segundo, por el pedido de censura que existe en el Congreso contra él.

Si bien es cierto, que se le ha pretendido perjudicar a la Dr. Julia Príncipe, lo cierto que las adhesiones a su causa, han sido superiores a las torpezas de este gobierno, que pierde apoyo de la ciudadanía por haber confundido lo que es la legitimidad legal de un Estado. Los peruanos, votaron a favor de Ollanta Humala, pero el poder real se asentó en su esposa.

Y su esposa, embriagada por el poder, simplemente ha caído en un pozo de errores y debilidades, y las denuncias en su contra por lavado de activos e ingresos sospechosos, llevaron a una serie de acciones con consecuencias nefastas para el partido de gobierno.

Se suma en el día la decisión del Tribunal Constitucional, el cual dejó sin efecto una resolución del juez que impedía toda investigación en contra de la Primera Dama. Se dudó de esta resolución, pero finalmente el máximo intérprete de la Constitución ha demostrado que está más allá de los conciliábulos al emitir fallos.

Los pronunciamientos contra Ollanta Humala no han tardado en llegar. Quizá el pedido más simbólico es lo solicitado por Keiko Fujimori, quien con toda claridad ha solicitado que se “Destituya a la Primera Dama”. Aunque aparentemente el pedido no tiene sentido; apunta hacia la real razón de la crisis política que enfrenta el Perú, por errores en la conducción del Gobierno.

En momentos previos a la campaña electoral, este tipo de situaciones crean un clima de inestabilidad poco conveniente para la democracia y la economía. Se requiere garantizar la alternancia de Poder Ejecutivo y Legislativo, en un ambiente adecuado y poco crispado. Sin embargo, parece ser, que desde el Ejecutivo no se entiende, que una cosa son los asuntos matrimoniales y otros los del Estado.

Lo acontecido con el cese de Julia Príncipe, la renuncia del ministro de Justicia, quien se va cubierto de un manto negro, se suma a la renuncia partidaria de Marisol Espinoza Cruz.

Quienes esperaron cambios políticos importantes en el Perú, ven y comprueban que el elegido en el 2011 no tuvo los méritos para enarbolarse como un buen mandatario y crear las condiciones adecuadas para un Perú más estable y menos proclive a confrontaciones como las que estamos viviendo.

 

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