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Dom, Oct

Perú: El 5 de abril de 1992, un atentado a la democracia que jamás se debe repetir

Editorial
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ERP. Los argumentos para justificar el golpe de Estado del 5 de abril de 1992, siguen vigentes y tan actuales como en aquel momento. Alberto Fujimori, un político advenedizo, usó los problemas estructurales del país, para reemplazar el Congreso de la República por las Fuerzas Armadas y tras esta decisión intervenir todos los poderes del Estado, generando una relación asimétrica en el normal equilibrio de poderes que debería existir.

El motivo para disolver no solo la Cámara de Diputados que era posible hacerlo vía la propia Constitución vigente en ese año, sino también el Senado de la República, fue la ineficiencia y la incapacidad para generar un clima político estable por parte de estas instancias. Transcurrido el tiempo y con una sola Cámara, los problemas se han incrementado y los líos y aprovechamientos siguen siendo los mismos.

El Poder Judicial y el Tribunal de Garantías Constitucionales, los cuales fueron intervenidos en el primer caso y desactivado en el segundo, se hizo con el argumento de su accionar ético y moral. Lo que vino después, fue el manejo discrecional e interesado para el Ejecutivo del Poder Judicial, no cesaron los actos de corrupción e ineficiencia y es el tema pendiente de la institucionalidad peruana.

Los medios de comunicación en una primera instancia pretendieron ser intervenidos y después se dieron cuenta que no era necesario, algunos medios se supeditaron solos y los que fueron más rebeldes simplemente se les compró. De esta manera, el fujimorismo tuvo una comparsa de medios de comunicación a su favor y otros que fueron creados con el único fin de expandir el caos y la confusión.

Se puede decir que el autogolpe, permitió mantener la estabilidad de la economía y acabó con el terrorismo. La economía supeditada a los grupos de poder y la estabilidad social era necesaria para apoyar el modelo económico y al mismo tiempo, legitimarse socialmente pese a la precariedad institucional y constitucional de su existencia.

Conforme se fue acentuando la dictadura de Fujimori, una pléyade de peruanos sobre todo vinculados a los grupos de poder y medios de producción, se fueron alineando en función a intereses particulares validando lo que fue una ruptura institucional promovida e inspirada por Vladimiro Montesinos y Alberto Fujimori, con el respaldo de las Fuerzas Armadas, también el país se fue degradando y la corrupción fue imperando.

La corrupción fue masificándose por todo el aparato estatal, incluso hasta en las cúpulas de las Fuerzas Armadas y se hizo incontenible. Aunque Alberto Fujimori sigue creyendo que su decisión fue la más correcta, cuando en realidad no lo fue. 

La situación cúspide y de ruptura fue la intención de perpetuarse en el mandato por 5 años más. El propio Tribunal Constitucional, constituido bajo el imperio de la nueva Constitución, se encargó de declarar inaplicable para Fujimori la posibilidad de otro mandato. Esta situación llevó a la intemperancia de los detentores del régimen, que finalmente llevó a destituir a los miembros del Tribunal Constitucional con todas las implicancias internacionales.

Se insistió en la reelección y el fruto fue una convulsión nacional y una toma de conciencia de la comunidad internacional, que finalmente terminó con la fuga de Alberto Fujimori, intentos de retorno al país, detención en Chile y posterior extradición.

Una cárcel construida para él, con comodidades diferentes a los presos de otras cárceles, es el contexto de Alberto Fujimori, la adecuación de la Base Naval del Callao para la carcelería de Alberto Fujimori es lo que queda tras 25 años del golpe de Estado más torpe y políticamente inconveniente perpetrado por un advenedizo de la política.

Sin embargo, las causas sociales y antropológicas que lo llevaron a lograr legitimidad social, se mantienen y prueba de ello, es la composición actual del Congreso de la República, cuya mayoría es de Fuerza Popular, la misma que cada cierto tiempo tiene exabruptos ideados en las aciagas épocas del fujimorismo más exitoso pero desprovisto de valores democráticos y ciudadanos.

La democracia, a pesar de todas las imperfecciones y desequilibrios siempre es factible de ser mejorada; en la dictadura el hecho que alguien se irrogue el interés nacional sin legitimidad legal y social, deviene en todos los actos de abuso de autoridad, violación de los derechos humanos, precariedad institucional, corrupción generalizada y hasta crímenes que son el triste recuerdo de un régimen como el que detentó Alberto Fujimori.

Diario El Regional de Piura
 

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