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Vie, Abr

Los problemas de las economías latinoamericanas para recuperarse tras la pandemia

Economía
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ERP. El 2020 fue un año difícil para el mundo entero y no existe continente que esté libre de los impactos, pero algunas zonas van a sufrir los efectos de la pandemia de la COVID-19 más que otras. Según las previsiones del FMI, el conjunto de las economías latinoamericanas se encontrará a finales de 2021 un 4,8% por debajo de los niveles previos a la pandemia, el peor resultado de cualquier región del mundo.

Algunos expertos afirman que América Latina y el Caribe podrían no volver a alcanzar el producto interior bruto (PIB) que tenían antes de la pandemia hasta 2023, lo que indica que a la región le esperan unos años difíciles. En este artículo analizaremos algunos de los factores que han provocado esta situación.

Dificultades con la vacuna

Una de las pocas alegrías de 2020 llegó cuando Pfizer y BioNTech anunciaron la primera vacuna contra la COVID-19 en diciembre. Fue el primer paso hacia la vuelta a la normalidad y dio esperanza a los millones de personas que viven con miedo al virus.

Lamentablemente, el despliegue de las vacunas en América Latina es posible que se tope con obstáculos importantes en el camino. En primer lugar, la falta de un esfuerzo coordinado entre los diferentes países para administrar la vacuna supone que estos tengan que competir entre sí por las dosis. Incluso los signantes de la iniciativa Covax (promovida por la OMS) deberán esperar hasta marzo para poder recibir los primeros suministros. Hasta ahora, únicamente Chile ha acordado el envío de dosis suficientes para vacunar a toda su población.

En segundo lugar, muchos países latinoamericanos carecen de las infraestructuras necesarias para transportar y almacenar las vacunas de forma correcta. El producto de Pfizer necesita conservarse a –70 °C, de modo que una red viaria deficiente podría dificultar el reparto de dosis.

Finalmente, la histeria antivacunas está muy presente en algunos países, sobre todo en Brasil, cuyo presidente, Jair Bolsonaro, se ha mostrado escéptico al respecto. Un estudio reciente ha determinado que el 22 % de los brasileños no están por la labor de vacunarse.

Aparte de salvar vidas, no es necesario ser economista para saber que cuanto más tarde un país en vacunar a su población, peores serán las consecuencias para su economía.

El efecto de las criptomonedas

Una crisis económica suele afectar en gran medida al dinero fiduciario, y las monedas latinoamericanas ya han sufrido más que la mayoría. El peso mexicano y el real brasileño cayeron un 22 y un 25 % respectivamente frente al dólar en las primeras semanas de pandemia debido a la falta de comercio regional y a la incertidumbre de los mercados.

Con las divisas nacionales debilitadas, es muy posible que en 2021 se dispare el uso de las criptomonedas en el continente. El Bitcoin ya goza de una gran aceptación en muchos países latinoamericanos, con empresas que ofrecen la posibilidad de comerciar con divisas digitales y abrir cuentas de ahorros en Bitcoins. Muchos servicios, como tiendas en línea, proveedores de juegos e incluso criptocasinos, aceptan pagos en Bitcoins, y parece que la tendencia irá al alza este año.

El problema de esto, sin embargo, es su efecto cíclico en las monedas fiduciarias. Un buen rendimiento de las criptomonedas suele suponer un mal rendimiento de las monedas nacionales, por lo que la gran mayoría de la gente, que solo usa dinero corriente, podría verse afectada. Aunque la falta de regulación de las criptomonedas ofrece grandes ventajas, también puede provocar un crecimiento del mercado negro, lo cual perjudica gravemente las economías frágiles.

En los últimos meses, sin embargo, las divisas latinoamericanas parecen haber encontrado una cierta estabilidad, cosa que podría indicar que lo peor de la pandemia ya ha pasado.

Dependencia de incentivos extranjeros

Los paquetes de incentivos domésticos son claves para recuperar la economía de un país y para amortiguar el impacto en las personas más vulnerables. Algunos países, como Japón, han emitido paquetes que superan el 20 % de su PIB en un intento por mitigar el impacto del virus, mientras que varios países europeos han anunciado unos niveles de ayuda financiera sin precedentes.

Los países latinoamericanos, sin embargo, no pueden permitirse el lujo de ofrecer dichos paquetes. Ninguna de sus medidas de estímulo fiscal alcanza el 10 % de su PIB, y en muchos casos no llega ni siquiera al 1 %. La falta de impulso económico doméstico supone una mayor dependencia de la ayuda fiscal extranjera, lo que, a su vez, conlleva que la deuda se dispare.

Brasil, principal economía del continente, está sufriendo con el peso de una deuda que supera el 100 % de su PIB, la cifra más alta de todos los mercados emergentes a excepción de China. Y Bolsonaro podría incluso aumentar el gasto debido a que en 2022 se celebrarán elecciones presidenciales.

A pesar de todo, existe un rayo de esperanza al que agarrarse y que supone pasar de los préstamos a la inversión exterior. Tras la crisis financiera de 2008, China desarrolló una serie de asociaciones de comercio y de inversión en la región. El dinero inyectado contribuyó al crecimiento del PIB regional; a cambio, China pudo usar los abundantes recursos naturales del continente.

Podríamos asistir a un nuevo enfoque basado en el «estímulo verde»: la inversión china en alternativas ecológicas, como la agricultura sostenible y el transporte limpio. Por ejemplo, en varias ciudades latinoamericanas operan autobuses eléctricos chinos, y el parque solar de Cauchari (Argentina), el mayor del continente, se construyó con capital chino.

Acuerdos como estos son cruciales si América Latina quiere evitar la peor de las recesiones y no depender de los préstamos extranjeros. Incluso podría convertirse en el catalizador que la región necesita para abordar los importantes desafíos económicos que se le plantearán en los próximos años.

Diario El Regional de Piura
 

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