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Mar, Abr

Un alcalde gay

Nelson Peñaherrera
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nelson penaherrera castilloERP/N.Peñaherrera. Américo Atoche es un ciudadano peruano de 52 años, alcalde del centro poblado Roma, en Casagrande, cerca de Trujillo (La Libertad), quien hace poco declaró públicamente que es homosexual.

Fin de la historia. ¿Dónde está el escándalo?

El hecho hubiera quedado para la anécdota si no fuera por los comentarios que aparecieron en la cuenta de Facebook de un regidor trujillano, donde se hacía leña a Atoche por su salida del armario.

El regidor, quien pertenece al partido de la raza distinta (¡ah, ya caigo!) salió con la clásica del 'hacking' de la cuenta, y que él jamás escribió lo que aparece publicado.

No vale la pena reproducir la andanada de disparates, ni el nombre del regidor.

Hasta donde los medios registran, Atoche es el único caso de una autoridad elegida por elección popular abiertamente gay en el Perú, luego de la confesión del congresista Carlos Bruce, en 'el decano', y en el contexto del impulso de la ley para la unión civil de parejas del mismo sexo.

En nuestro país, señalar a alguien como homosexual es una forma de descalificarlo, del mismo modo que se usan términos como 'negro', 'indio', 'retrasado mental' o 'rojo'.

La carga peyorativa del homosexualismo, al igual que cualquier término connotativamente discriminatorio, busca minusvalorar a alguien porque simplemente no sigue el convencionalismo (no 'lo normal', no confundirse).

Recuerdo que en una campaña en Sullana, circularon panfletos descalificando a un candidato a la alcaldía donde lo trataban de narcotraficante, de drogadicto y de homosexual.

En su primer año de gobierno, el alcalde de Chulucanas convocó a su comunidad a acabar con lacras como la delincuencia, la drogadicción, la prostitución y la homosexualidad.

En el primer caso, el candidato quedó fuera de combate. En el segundo, el alcalde estuvo a punto de despedirse del sillón municipal luego que la comunidad gay peruana pidiera su cabeza argumentando un ilícito probado (estaba por escrito, firmado y sellado oficialmente): violación del artículo 323 del Código Penal peruano.

Está claro que la delincuencia y la drogadicción son perniciosas (eso incluye la cerveza y el tabaco), pero ¿por qué la prostitución y la homosexualidad tienen que estar al mismo nivel?

Ojo que el proxenetismo y la trata de personas sí son lacras, pero la prostitución no está proscrita siempre que sea ejercida por mayores de edad. Regresemos al tema.

¿Realmente un alcalde gay o una alcaldesa lesbiana son menos alcalde o alcaldesa?

En 2001, tras los ataques contra las Torres Gemelas en Nueva York, el alcalde de entonces Rudolph Giulliani tuvo la difícil tarea de devolver la fe a su ciudad y empezar a regresar la vida a su normalidad. Lo logró exitosamente.

Giulliani es gay.

Hay evidencia que sugiere que muchas personas prominentes en la Historia Universal fueron gays, o bisexuales por lo menos, y fueron capaces de manejar imperios enormes para la época. ¿Les suena el nombre de Alejandro Magno?

A juzgar por todo lo que sabemos desde entonces hasta ahora, ser una autoridad gay y ser un pelele son antónimos irreconciliables.

Es decir, quienes insultan a alguien como homosexual, equivocan por completo la carga peyorativa de su expresión. En el fondo, le están reconociendo positivamente.

No lo digo yo. Analicemos la Historia... quiero decir, si nos gusta la Historia, si no, continuemos haciendo gala de nuestra más completa ignorancia.

A ver qué imbécil se le ocurre utilizar la orientación o identidad sexual –como la quieran llamar- para descalificar a alguien en la próxima campaña. Es delito por una ley nacional, es una falta local al violar una ordenanza municipal en Sullana, algo olvidada, pero vigente.

Obviamente, no votaré por un candidato que se declare gay porque sea gay, sino por la propuesta de gobierno, pero sin duda que tener la valentía de declararlo es un plus. Aunque esto es relativo también, pues cabe la posibilidad de que sea parte de una estrategia para atraer votos.

En todos los casos, mucho cuidado, y no avalemos el insulto pues no es una forma legítima de hacer política.

(Sigue al autor en Twitter como @nelsonsullana)

 

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