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Jue, Abr

El río Piura no tiene la culpa, pero tampoco se le debe dejar a la libre

Nelson Peñaherrera
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Por: Nelson Peñaherrera Castillo. Una de las zonas altamente afectadas por la inundación del río Piura, el 27 de marzo de 2017, fue todo el segmento de la ciudad de Castilla comenzando por el campus de la Universidad Nacional de Piura aguas abajo hasta el puente Sánchez Cerro tomando la avenida Irazola como uno de los ejes. Es por eso que a los vecinos de la urbanización Miraflores se les ha ocurrido una interesante actividad simbólica para marcar ese día.

Su plan consiste en que toda la gente, sea vecina o no, se acerque a cualquiera de las dos riberas vistiendo un polo blanco y forme una cadena humana que comience en el puente Cáceres (Cuarto Puente) y vaya hasta el puente Bolognesi. Estamos hablando de dos líneas humanas que medirían algo de dos kilómetros de longitud cada una. El propósito de la actividad, nombrada “Unidos por Piura”, es llamar la atención de las autoridades en todos los niveles de gobierno para tomar progresiva y sostenidamente acciones que eviten perjuicios por la próxima gran creciente del río Piura –porque va a suceder sí o sí en el futuro, estadísticamente hablando- como los de hace dos años.

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De hecho, la filosofía de la acción no concibe a la corriente de agua como una especie de enemigo a derrotar sino de entrañable amigo con el que se debe convivir.No, gente, no es masoquismo; es sentido de la realidad y resiliencia. Apúntenla.Cuando en 1998 superamos el evento El Niño que llevó hasta el área metropolitana de Piura más de 4000 metros cúbicos por segundo de agua, la comunidad científica liderada por Fidel Torres nos educó a convivir con el hecho de que periódicamente esta parte del país recibiría fuertes lluvias y las lluvias incrementarían nuestros ríos y quebradas; por lo tanto, la clave para la supervivencia de nuestras comunidades no consistía en enfrentar a esos ríos y esas quebradas hasta derrotarles por completo, sino en planificar nuestros sistemas de crecimiento de tal manera que no nos encontremos en su camino cuando la furia de la Naturaleza se descargue a toda máquina.

Mas bien, la idea es que saquemos ventaja en tanto reverdece el paisaje.Dicho sea de paso, el centro de las ciudades de Piura y Castilla están mal ubicados por hallarse justo en el área de crecientes extremas que cada dos o tres veces por siglo asoman casi medio kilómetro más allá de su límite habitual, un error que no se ha podido corregir desde 1583, digo, por si a alguien se le ocurra comenzar con la cantaleta de a qué gobierno echarle la culpa. Sin embargo, la información histórica de las inundaciones desde el siglo XVII hace rato que debió poner a nuestras autoridades a pensar en planes de mitigación, y ahí es donde apunta el previsto para el miércoles 27.

Añado que existe el registro histórico de una presa de Tacalá, que parece haber estado ubicada en las honduras a ambos lados del Hospital Cayetano Heredia, y ésa fue la forma cómo los antiguos tallanes le sacaban el jugo a la creciente. Mi hipótesis está sustentada en el patrón de inundación aquel 27 de marzo de 2017, y que vista desde el aire evidenciaba una especie de dos grandes lagunas al norte (por eso se inundó el Open Plaza) y al sur del nosocomio. Sigamos.

La ciencia, a la que no solemos prestar oídos por creer que es aburrida, ya ha concluido dos soluciones básicas que eviten nuevas catástrofes: primera, manejar integralmente la cuenca del Piura desde donde nace allá arriba hasta donde desemboca allá… allá en el desierto, ejem; la segunda, tener al río y todos sus afluentes bajo monitorización 24/7, de forma constante.

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El gobierno regional anunció la semana pasada que para el segundo componente se planea establecer un sistema de alerta temprana -¡ya era hora!- entre Tambogrande, en el curso medio del río Piura, hasta Cura Mori, en pleno curso inferior. Son unos 100 kilómetros de cauce, así que no será tarea fácil, a menos que se combinen recursos en tierra, como estaciones de monitorización existentes o nuevas, y desde el aire, como todos los datos que los satélites nos proporcionan a cada momento.

También me gustaría añadir que el punto crítico de las crecientes del río Piura está entre las ciudades de Chulucanas y Tambogrande debido al caudal que otorgan las quebradas de la margen derecha, como Yapatera, Sáncor, San Francisco (quizás la más grande), Carneros, Pedregal y Honda. Quien lo dude, revise los históricos hidrográficos que se pueden solicitar al Proyecto Especial Chira-Piura, o chape su Google Earth y sobrevuele entre ambas localidades. Prosigamos.

Todo eso debería incluir una reingeniería de todos los canales de comunicación del Comité Operativo de Emergencias Regional (COER), cuya fanpage en Facebook, mal que bien, da información oficial pero debería estar un poquito más activa. Eso sin soslayar el aporte de las estaciones meteorológicas existentes en toda el área metropolitana, como la de la Universidad Nacional, la Universidad de Piura, el Servicio Nacional de Hidrología y Meteorología, el Proyecto especial Chira-Piura y la estación del Aeropuerto Guillermo Concha Iberico.Para quien no sigue la página del COER, aquí está:

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