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Vie, Oct

¿Cómo repartimos los recuerdos de este “amor”?

Nelson Peñaherrera
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Por: Nelson Peñaherrera Castillo. Como la gran mayoría ya debe saber a estas alturas, el presidente Martín Vizcarra finalizó su mensaje presidencial del 28 de julio de 2019 proponiendo una reforma constitucional que adelante las elecciones para presidente, vicepresidentes y congresistas, de 2021 a 2020. Como la gran mayoría que escuchó el anuncio en vivo, primero me quedé como cuando te cae un balonazo de Guerrero en la cabeza.

Tras sacudirla un poco, me quedó claro el qué, clarísimo el por qué, pero aparecieron dudas para el cuándo, y me preocupé elucubrando el cómo. Y mi preocupación se convirtió en mucha inquietud al ver cómo (valga la redundancia) había reaccionado todo el mundo, tanto quienes no apoyan la medida o no se hacen a la idea de la medida, que parece ser una minoría, así como quienes están a favor, que parece ser la mayoría. Y este segundo grupo me dejó altamente desconcertado.

En el caso de la supuesta minoría, diría que su reacción violenta, agresiva, insultante, machista, xenófoba, psicótica es comprensible pues destetas a la fuerza a quienes aparentemente se la han pasado no bloqueando al gobierno estos tres años de administración sino a todo el país. Lo que hasta ahora no entiendo es por qué la supuesta mayoría reaccionó en los mismos términos, exactamente los mismos términos. Entonces, la respuesta más coherente que viene a mi cabeza es que no importa la medida que se tome, incluso la segunda venida de cualquier mesías, la violencia será el carbohidrato de nuestra conducta ciudadana. Así de simple.

Dicho ésto, caigo en la cuenta que el estilo democrático peruano es una relación tóxica con más de veinte millones de partes, la población electoral estimada, y mi memoria está repitiéndome cada que puede una de las últimas canciones del dueto español Ella Baila Sola, “Cómo repartimos los amigos”.

La historia de la canción, que se entiende mejor viendo el jocoso videoclip –y a final de cuentas, a veces una ruptura termina siendo una tragicomedia relata cómo un par de novios, esposos, convivientes, qué ssé yo y qué importa para éste y todos los casos, tienen tantas diferencias irreconciliables que deciden cortarla de una vez por todas, haciendo un duelo por demás absurdamente romanticoide hasta que, tras encontrarse luego de algún tiempo, se dan cuenta que fue lo mejor que decidieron juntos. El único problema es… ¿quién se quedará con el perro?

En el videoclip, el conflicto casi que se resolvió en buenos términos, pero como la realidad supera a la ficción, en nuestro contexto, parece que por ahora decir “Fue una gran idea dejarlo” se ve demasiado lejano e improbable, y mucho más si tenemos esta reacción violenta de ambos lados.

Para comenzar, ninguna de las dos partes entendió lo que Vizcarra dijo, ni repitiéndoles el mensaje cincuenta veces en YouTube. El mandatario no ordenó, no impuso, no decidió por todo el país, no dijo “disolver, di-sol-ver”. Lo que dijo fue “planteo”, o sea, propongo, sugiero, se me ocurre, mi idea es tal. Es como si fuésemos a una dulcería y preguntásemos qué postre se nos ocurre comer, no que vayamos y te espete “nos comemos un flan de mango y que nadie me discuta”.

No sé si se notan las dos actitudes, y si no se notan, perdonen si no sé explicarme; pero si me explico y no se quiere ver como una propuesta, pues, me disculpan, no toquen mi televisor que la falla es suya. Sigamos.

¿Qué otra cosa dijo Vizcarra? Miren, para que esta crisis pare, finalice, acabe, le pongamos “stop”, se van ustedes y me voy yo, que el pueblo decida por un nuevo presidente, vicepresidentes y congresistas, y en todo caso, si la crisis continúa, nosotros ya nos hicimos de lado, tanto más cuando la ley nos impide postular otra vez.

Pero, ¿qué dicen nuestros y nuestras congresistas? Honestamente, no dicen nada. A decir verdad hasta han cuestionado si el presidente come galleta invitada por su mami antes de la Parada Militar, pero nadie ha dado el salto cuántico que la situación amerita: cuál sería el nuevo juego de poderes si el Congreso tiene la humildad y la decencia de adelantar las elecciones.

Por lo menos yo tengo clarísimo, como agua de manantial, que mis opciones a marcar no son la derecha teocrática que le rinde lealtad a los diezmos y las limosnas recogidas en el culto semanal, pero que no dice una santa palabra sobre las violaciones sexuales a menores de edad (y la pregunta sería por qué) ni los feminicidios (y la pregunta sería para qué), ni la izquierda chavista disfrazada de socialismo que le guarda marcada lealtad al régimen narcodictador de Nicolás Maduro, con las mismas exactas preguntas: por qué y para qué.

Por ambos lados siento que el estado de derecho basado en la libertad con responsabilidad, el libre albedrío y el respeto a todas las diversidades (incluyendo, obvio, la biodiversidad) se pone en riesgo tras largos años que nos costó lucharlo. En ese contexto, si cabe el caso, mi opción lógica es el centro, un escenario que contenga lo mejor de la competitividad para ser una nación próspera en todos los sentidos, pero que también garantice que seamos una nación igualitaria en todos los sentidos, en la que respetarnos sea la norma, ley, principio y fin. Punto. ¿Para qué buscarle cinco pies al gato?

Pero si tú me tira’ a mí las cajas y yo te tiro los cajones, ¡gente!, jamás vamos a entendernos. Y si tanto le criticamos a nuestra clase política que son unos payasos y unas payasas de quinta categoría, porque lo son, seamos más inteligentes que ellos y ellas, porque lo somos, y tomemos control inteligente de la rockola poniendo una nueva lista de reproducción que sí nos represente. ¡Sí!Como la que tocaron la noche que inauguraron los Panamericanos de Lima y que nos hizo bailar a todos y todas, especialmente a los rockeros que no son amigos de la cumbia y a los cumbiamberos que no son amigos del rock. ¿Sonó feo? ¡No! Al contrario. Hasta lagrimeamos de la emoción: ¡eso es el Perú! ¡ése es el país que nuestra clase política no construyó! ¡ése es el nivel de evolución que tú o yo ya dimos pero que esos dinosaurios no! (Nota al pie: ¿alguien se anima a hacer country peruano? OK, OK. Prosigamos.)

Entonces, Vizcarra, o quien se lo haya inspirado, nos está dando como opción: los fósiles a exhibición, la nueva peruanidada la acción. Sí, por cruel que parezca, así son las cosas. Por lo tanto, ¿por qué nuestra reacción cretácica, ni siquiera pleistocénica? ¿Por qué no asumimos que en la era de la inteligencia artificial, la Internet de las cosas, la televisión digital terrestre, las redes sociales y los trámites en la nube, lo que necesitamos es dar una respuesta ciudadana a la altura de los tiempos, que demuestre a nuestra minoría política que nos sobran y nos molestan. No sé. Lo dejo para la reflexión.

Y, por último, ¿quién se queda con el perro? Pues nadie. ¿Qué les parece si mejor lo criamos entre todos y todas, así aumentamos su rango de lealtades? Lo dejo como propuesta. Ah, y me estaba olvidando del video. Aquí está: https://www.youtube.com/watch?v=0n-DurHAMgg

nelson pc columnista

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