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Sáb, Abr

Violencia en los colegios: 'ya pasará, hijito; tú sigue leyendo'

Nelson Peñaherrera
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ERP. Quien haya bajado o archivado el video en el que un escolar de un colegio privado de Piura trata de estrangular al otro hasta dejarlo inconsciente, por el puro afán de ver qué pasó o porque considere que parece ser un acto de justicia, no creo que razone mal. No, en serio. Creo que razona peor que un animal, por la simple razón que los animales actúan por instinto, incluso cuando se ponen a jugar contigo; la especie humana se diferencia porque actúa razonando.

Por Nelson Peñaherrera Castillo

Claro que, a veces, los animales en su instinto parecen comportarse de una manera más lógica que muchos humanos porque intuyen que existe un hecho potencial y verificable que puede favorecerles o perjudicarles, y eso determina si mueven la cola y saltan entusiasmados, o si te gruñen y te muestran los colmillos… digo, si hablamos de otros mamíferos, para poner un ejemplo biológicamente más cercano al nuestro: el ser humano también es otro mamífero, diz’que, evolucionado.

El caso es que la reacción de ese escolar contra ese otro escolar, sea cual fuere la causa que la motivara, fue desproporcionada por donde la veamos por una simple norma de convivencia: si hay un problema entre pares, existen los canales formalmente establecidos para sentar la queja y hallar una solución razonada.

Lo que nos tocó ver dolorosamente en el video es que por lo menos uno de los futuros ciudadanos desconfía de la eficacia de esos canales, y habría que analizar por qué. ¿Porque están puestos de adorno? ¿Porque la persona a cargo es incompetente a extremo sumo? ¿Porque todo el mundo piensa que la educación únicamente consiste en mandar a los churres al colegio para que luego puedan ir a la universidad y sacar un cartón que les permita “defenderse en la vida”?

No solo fallaron los padres y las madres de los involucrados por ser pésimos inspiradores de valores, o dicho en positivo, eficaces inspiradores de antivalores. Falló el colegio porque con toda la plata que debe costar, sus sistemas de detección y prevención de la violencia son tan buenos como el Ministerio del Interior vigilando al ex ministro Juan silva. O sea, pa’ na’ sirve. Más bien que devuelvan la plata; a lo mejor como colegio público le va bien.

Aunque, también tuvimos un caso similar en el sector estatal, en la misma ciudad, y con apenas 48 horas de diferencia. Parece que tenemos una nueva pandemia en nuestras escuelas, y si no nos ponemos agilitos y agilitas para acabar con el virus que la origina –frustración, básicamente—no se extrañen que pronto estaremos cubriendo un Columbine en la tierra del Caballero de los Mares. Quien quiera saber por qué es tristemente célebre Columbine, ‘googlee’ y edúquese. Dejen de ver estupideces en las redes sociales. Sigamos.

También hemos fallado como sociedad porque al etiquetar el asunto como un “problema entre chibolos”, estamos mandando un mensaje cruelmente negativo de que nuestros niños, nuestras niñas y nuestros y nuestras adolescentes son objetos decorativos en el paisaje urbano y rural. Lo triste del asunto es que, en la práctica, así sucede.

Bueno, si queremos meter en el saco de las culpas al sistema educativo, también porque en lugar de enseñarle a razonar a la futura ciudadanía, lo que le estamos enseñando es la filosofía del “ya pasará. Hijito, tú sigue asistiendo”. ¿O creen que me he olvidado de la ‘ideota’ que tuvo el Ministerio de Educación durante la pandemia de promover al alumnado aunque no se le hubiese dado la perra gana de asistir a clases no porque la conexión a internet fallara sino porque no se les pegó la perra gana de asistir? Por cierto, disculpas a los perros. Acabo de ofenderlos. Prosigamos.

Si sueno fuerte en esta ocasión, me parece que es necesario porque se supone que si hemos deseado la reapertura post-Covid con todo nuestro corazón, la idea era que regresábamos con la lección aprendida: ser mejores y cuidar a nuestro prójimo tanto como quisiéramos que el prójimo nos cuide. Pero no. Ese video demuestra que estamos regresando a la ‘nueva normalidad’ totalmente involucionados, neanderthálicos, alucinando que Nerón y Atila eran mansas palomas.

Miren a los Estados Unidos donde otra vez los tiroteos en las escuelas son pan de cada quince días (sí, el horrible legado de Columbine). ¿estamos buscando llegar a esos escenarios? ¡ay, Nelson, eres muy exagerado! ¿¿No!! No estoy exagerando. Estamos yendo por ese camino. El nivel de estupidez social es tal que no estamos reconociendo las señales de peligro en el suelo aunque nos chamusquen los pies.

Tenemos un desgobierno. ¿Porque el desgobierno es ultra-poderoso? ¿no! Porque lo estamos dejando ser desgobierno. “Ya, hijito, ya pasará, tú chambea nomás”.

Se nos viene una crisis alimentaria. ¿Porque así lo quiso Dios? ¿Tampoco! Es porque hemos dejado de ver a la ciencia como la gran despensa para resolver el problema antes que llegue, pero, igual, “ya pasará, hijito, tú sigue chupando chela los fines de semana”.

Asumamos que antes del estrangulamiento hubo un caso de bullying como por ahí se está lanzando en redes sociales. Genial. Pensemos que eso pasó. ¿A quién le tocaba frenar que la cosa escale hasta llegar a esos extremos? ¡A Buda o alá si es que se ponían de acuerdo? ¡No! Habían adultos a quienes se les paga para que hagan su trabajo, en última instancia, ya que padres y madres tienen tanta prospección como un chip apagado, que se supone la escuela iba a ser el filtro donde la cosa se iba a resolver. No pasó. Nuevamente, ahí está el video demostrando que esa comunidad educativa es cualquier cosa menos una comunidad educativa… jungla escolar quizás.

Siguiente escalón: nosotros y nosotras como sociedad. Sé que hay que ser empáticos con los y las adolescentes en situación de riesgo, pero… ¡se están matando! ¿Cómo vienen a decirme que, ay, pobrecitos, son seres humanos con historias detrás? No me troleen. ¿Y al resto que nos parta un rayo? ¿Qué hay de nuestras historias?

Lo que debemos exigir como comunidad, o sociedad en último caso, es que tras la intervención de Fiscalía de Familia y el Poder Judicial, que parecen ser los llamados a resolver el desmadre, todas las partes reciban un castigo ejemplar. Todas, toditas, todas. Si eso incluye meterle una multaza al plantel por negligente, piña, se la ganó a pulso.

¿Cuál debe ser nuestro escarmiento como comunidad o sociedad? Pues, entender que la filosofía del “ya pasará, hijito, tú sigue chequeando tu celu” ya fue. No funciona. es obsoleta. Entender que todas las desgracias que nos pasan son culpa nuestra –incluyendo el nivel de autoridades que tenemos— es culpa nuestra, que no se vale proyectar la culpa a terceros. Que si no nos queremos hacer cargo de nuestros errores, nuestros errores nos aplanarán en el futuro sin piedad.
Si el enfermo no reconoce que está enfermo y que necesita sanarse, nunca se sanará.

[Sígueme en todas las redes sociales como @nelsonsullana]

Diario El Regional de Piura
 

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