Pariñas/Talara (ERP). Tierra de nadie. Lo cierto es que las autoridades reunidas en el Comité Provincial de Seguridad Ciudadana (Coprosec) no reaccionan, a pesar que en sus reuniones la Policía Nacional, que es una de las instituciones tutelares de la seguridad ciudadana, exponen el Mapa del Delito en el cual se ubican los puntos rojos de la venta de drogas.
Lamentablemente, la realidad actual de Talara nos muestra que los vendedores y consumidores de droga se han apoderado de muchas zonas de esta ciudad. Parques, urbanizaciones y asentamientos humanos, sin que la Policía, el serenazgo, Fiscalía, Coprosec o los vecinos puedan hacer algo para librarse de este grave problema que arruina la vida de los menores de edad, jóvenes y destruye la familia.
En Talara hay sectores donde los vecinos viven pesadillas durante la noche y la madrugada por la presencia de drogadictos en varios sectores de Talara; a pesar que los moradores informan que no solo consumen droga, sino que también arman escándalos y ocultan a delincuentes que asaltan a propios y extraños sin que nadie atienda el clamor de los vecinos.
Hay algunas zonas del Cono Norte y del Cono Sur de Talara que desde hace años conviven con la venta y el consumo de droga. Cientos de familias de Talara libran cada día una batalla dolorosa y desesperante para salvar a sus hijos de las garras de la droga que increíblemente la venden cerca de su casa.
Y precisamente esta cercanía y familiaridad con los comercializadores de droga impiden que la gente denuncie a sus propios vecinos que echan a perder el futuro de sus hijos. Las amenazas y el temor a las represalias de estos delincuentes pueden más frente a la desprotección de las autoridades.
Mientras tanto, policías y vecinos saben dónde y quienes venden droga en Talara, desde hace muchos años, pero hasta el momento no han encontrado la llave para cortar de raíz este flagelo social.
Consultados algunos ciudadanos, opinan que en Talara hace falta que todos los vecinos asuman la venta y el consumo de droga como un verdadero problema suyo, porque nadie está libre de ser la próxima víctima.
