ERP. Son momentos críticos para el mundo, el país y sobre todo nuestra región Piura que enfrenta la más alta tasa de letalidad por Covid-19 de acuerdo al Ministerio de Salud y otras muertes que se suceden por patologías diferentes. Nos llama a condolencia saber que algunos docentes y también trabajadores de la Universidad Nacional de Piura, partieron hacia el infinito dejando un sentimiento de dolor y tristeza.
En este periodo, han partido para siempre Juan Chunga Chapilliquén, Raúl Valdiviezo Castillo, Luis Antonio Reyes Vegas, Juan Luis Huerto Garrido, Oscar Gonzáles García y César Sosa Silupú. Sus nombres forman parte de las condolencias de la propia Universidad Nacional de Piura en sus redes sociales y donde se destacan los aportes que hicieron a favor de la principal alma mater de los profesionales piuranos.
Pérdidas de vidas humanas en la plenitud de sus capacidades profesionales y técnicas que afectan a sus familias y la propia casa de estudios. Leer los mensajes post mortis realmente son conmovedores y bastaría detenerse un poco, para entender que un buen gesto en vida, es imperecedero y se reactualiza con este tipo de sucesos que deberían ser normales, porque es consecuencia de la vida, pero que dejan de serlo por el tiempo en el cual suceden.
Estas muertes, en parte se explican por el pésimo sistema sanitario que tienen los piuranos, donde cuyos indicadores son realmente alarmantes, limitadas capacidades de camas, pocos profesionales de la salud para atender los casos, una red poco funcional y desmembrada. Infraestructura obsoleta y sin las condiciones de equipamiento, limitada provisión de medicamentos, entre otros son los males que se han puesto en evidencia en esta pandemia.
Se suma a esta situación estructural un tema cultural de muchos piuranos y piuranas, quienes se exponen indebidamente ante los riesgos presentes; el otro aspecto y que ha sido destacado por diversos especialistas es la falta de liderazgo y criterios para conducir la región hacia una normalización en tiempos de emergencia. Lamentablemente, existen muchos intereses de carácter político e incluso intereses de carácter económico.
Más allá del dolor que puedan sentir muchos, por la pérdida de estos trabajadores y docentes de la Universidad Nacional de Piura, debería motivar a quienes se encuentran vinculados a dicha casa de estudios, para que, logrado el control de la pandemia, se realicen investigaciones y se establezcan propuestas para que el sector salud se reimpulse hacia niveles de eficiencia y eficacia. Una muerte no solo debe ser dolor, debe llevar hacia una acción y es el reto que se escucha ahora.
La familia de la Universidad Nacional de Piura, tiene muchos retos que cumplir, más allá de sus ocasionales tensiones por el poder, tienen todas las herramientas para pasar del dolor hacia la propuesta técnica y se podría aprovechar la Facultad de Medicina Humana para promover investigación y las otras facultades para establecer un modelo funcional que tenga en cuenta la geografía regional para la mejor gestión de la Diresa.
Como medio de comunicación enviamos nuestras condolencias a los familiares de todos ellos y hacemos votos por su eterno descanso.
