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Vie, Abr

Los desadaptados

Nelson Peñaherrera
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nelson penaherrera castilloERP/N.Peñaherrera. En una de las estaciones del sistema metropolitano de transporte, en Lima, un varón que supera los 30 tuvo la descabellada idea de masturbarse en público detrás de una mujer. El problema fue que la mujer elegida como víctima es una personalidad nacional, la premiada actriz y cantautora Magaly Solier.

A pesar que nadie la auxilió, la mujer volteó, reaccionó (con un par de merecidas bofetadas), acaba de identificarlo y ahora el agresor se enfrenta a un proceso que puede llevarlo, y como corresponde, a la cárcel.

Es probable que pienses, machistamente quizá, que se exagera, que se trata de una pataleta de celebridad, que la Solier necesita publicidad pues no hemos oído nada de ella últimamente.

También podrías pensar, machistamente por supuesto, que ella estaba vestida de tal manera que excitó al pata, y el resto es historia conocida.

Y así se podrían pensar, machistamente hablando, mil justificaciones para el proceder del desadaptado.

Sí, desadaptado, porque eso de sacarme el pene para masturbarme a vista y paciencia del público, sin discriminar nada, en un espacio no destinado para tal fin, es un claro signo de desadaptación, de no tener el criterio básico para establecer si el lugar es el apropiado para tal acción.

Definitivamente, hay un desorden mental. ¡Claro, un atenuante! No, para nada. Todos y todas tenemos un desorden mental en cierta medida.

Cuando no somos capaces de actuar coherentemente según el espacio y las circunstancias, demostramos que algo no marcha bien en nuestra cabeza.

Así llegamos a creer que no importa donde estemos, tenemos licencia para hacer cualquier cosa sin que nos importe la sensibilidad del resto. No es que el espacio ni una persona en particular nos provoquen. Es que nos dejamos provocar porque no hemos sido capaces de educar nuestros instintos.

Entonces, creemos que podemos emborracharnos en cualquier sitio, que podemos decir groserías en cualquier sitio, que podemos fumar en cualquier sitio, que podemos estacionarnos en cualquier sitio, que podemos tocar cualquier música en cualquier sitio, que podemos darle al altavoz a su máxima potencia en cualquier sitio, que podemos pegar publicidad en cualquier sitio, que podemos botar la basura, orinar o hasta defecar en cualquier sitio, que podemos masturbarnos en cualquier sitio. Todo está al mismo nivel. Se llama desadaptación.

Aunque a la Solier no le cause gracia haber sido víctima de un desadaptado, quizá es positivo que el hecho haya sucedido, porque de ese modo un agresor reincidente tendrá el castigo que se merece, y para el que no cabe indulgencia, pues si se le perdona, habrá nuevas víctimas en el futuro.

Aplica también para quienes lucen traje formal u otro 'disfraz' que busque amortiguar los señalamientos.

Y no hablo solo del castigo legal, sino del comunitario, porque sería un signo de máxima desadaptación andar paseando orgulloso por las calles con el título de 'depredador sexual'.

No es que la masturbación sea mala. El punto está en reconocer con precisión dónde, cuándo, cómo y hasta con quien puedes practicarla. Una parada de transporte público no, los baños de las tiendas por departamentos de Piura y Castilla tampoco, el aula de un colegio (o similar) menos.

Si educamos nuestra sexualidad, sin miedo, con libertad y responsabilidad, aprenderemos a actuar apropiadamente, dignificándonos, dignificando al resto y a sus espacios.

En general, si educamos nuestros instintos, nos daremos cuenta que no podemos saborear el almuerzo justo en el mismo lugar donde acabamos de evacuar el intestino, y comenzaremos a hacerle un gran favor a eso que preferimos ignorar, pero que es necesario para nuestro desarrollo: la salud mental.

(Sigue al autor en Twitter como @nelsonsullana)

 

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